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Visión magistral de la pena y el humor de hospital

Adam Kay ha convertido sus propias memorias médicas en una serie arrolladora con Ben Whishaw (el último Q de la saga Bond, entre otras mil cosas) como gran protagonista. Creador y actor nos hablan de esta nueva joya de la BBC, un clásico futuro

El actor Ben Whishaw protagonista de ‘Esto te va a doler’. MOVISTAR PLUS+

Y cuando el género hospitalario ya parecía más que sobreexplotado, aparece una serie como Esto te va a doler (Movistar Plus+) para darle una revitalizadora descarga eléctrica. Solo hacía falta aplicar la corriente de la (auténtica) vida para convertir lo viejo en nuevo, intenso y arrollador. Más de tres millones de espectadores siguieron su estreno en BBC One. Los críticos se han deshecho en elogios y muchos ya estamos reservando un hueco prioritario para la serie en el top 10 anual.

Esto te va a doler hace honor a su nombre, pero también hace reír, y el salto entre humores puede tener forma de transición fluida o contraste brutal. Es un baile imposible de emociones que ya estaba en el libro homónimo de 2017, en el que el guionista de comedia Adam Kay repasó sus años (2004-2010) como médico en prácticas de la sanidad pública. Especialidades: obstetricia y ginecología, áreas, sobre todo la primera, donde el contacto con la vida (y la muerte) es intenso. Tan intenso que Kay no tuvo que retocar mucho la realidad para convertirla en efectiva ficción. O bastante más que efectiva: como decíamos, arrolladoramente viva. Pero algunos cambios fueron necesarios. «Todo empezó con los diarios que escribí mientras trabajaba en el hospital», explicaba Kay a medios escogidos en un encuentro virtual. «Una adaptación directa habría sido como un one-man show conmigo leyendo 300 entradas de diario. Dimos forma a un mundo y nos centramos en un periodo concreto que me parecía muy interesante, cuando tuve a gente trabajando por encima y por debajo de mí».

Este detalle sirve para conocer las diversas caras de Kay, o del Kay de ficción; un poco displicente con sus inferiores y casi demasiado servicial con sus superiores, en parte por su inseguridad. También capaz de enfrentarse a los pacientes cuando hace falta. «A la hora de cambiar cosas —explica —, lo más importante era evitar que pudieran meterme en la cárcel [ríe]. Que un paciente no se pudiera reconocer. Si manteníamos los detalles clínicos, cambiábamos los personales. Y también cambié cosas sobre gente de mi vida privada. Hay gente que quiero que me siga hablando».

Otro recital de Ben Whishaw

Todo el mundo conoce a Whishaw, aunque no conozca su nombre. Ha sido el último Q de la saga de Bond, el John Keats de Jane Campion (en Bright star), la voz del oso Paddington en la versión original inglesa y, ya en tele, el protagonista de series como Presunto culpable (el germen de The night of), The hour y London spy. Aquí rompe de risa o dolor, o rompe la cuarta pared, también, como ese joven médico que lucha por hacer bien su exigente trabajo y tener además una relación amorosa.

Lo que atrajo al actor al proyecto fue su «autenticidad». «Lo que no resulta tan sorprendente si tenemos en cuenta que se basa en experiencias reales. Pero Kay ha sabido, además, ponerlo de forma brillante sobre el papel». El autor le describió el proyecto como una «carta de amor» al Servicio Nacional de Salud de Reino Unido, lo que no quita que, a menudo, sea más bien retrato de sus miserias, más importantes aún en 2006, cuando ocurre la acción. Esto te va a doler está más cerca de la cruda versión original británica de Getting on (sobre el ala geriátrica de un hospital del NHS) que del glamur de Urgencias y Anatomía de Grey.

El entrenamiento médico de Whishaw consistió en «unas cuantas tardes con doctores que después, durante la serie, estuvieron con nosotros como asesores». Lo ideal habría sido ir a un hospital y sentir sus ritmos caóticos, seguir a la gente indicada, «pero no fue posible por el confinamiento», señala el actor. «Así que nos dedicamos a jugar algunas tardes con órganos prostéticos. Ambika lo hizo mejor».

Cruda pero cinematográfica

Ben se refiere a la cómica Ambika Mod, fabulosa en su primer papel importante en televisión: la novata pero directa Shruti, que recibe primero las críticas de Adam, pero, más pronto que tarde, también su mentoría y amistad. Si el acercamiento parece tan real es porque la directora Lucy Forbes impidió a Ben y Ambika conocerse antes: «Íbamos a hacer un ensayo y dijo: ‘No’», explica la actriz entre risas. «Se negó en rotundo, no quería que hablásemos, no quería que fuésemos amigos. Lo acepté a regañadientes. Lo que vemos en pantalla es una amistad creciendo en tiempo real».

Forbes no acertó solo en la dirección de actores. También halló un maravilloso equilibrio entre el nervio de la cámara al hombro, que permite pegarse a los personajes en lugar de solo observarlos, y soluciones visuales más planeadas y cinematográficas. El montaje de Selina Macarthur es una lección de puro nervio, genio y contrastes. Benedict Spence, desde la fotografía, explota con sabiduría las paletas de color. Si añadimos la banda sonora grabada por JARV IS…, el último proyecto de Jarvis Cocker, obtenemos una serie estética y sensorialmente sensacional. Pasará a la historia.

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