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Oblicuidad

Una bofetada no salvará al cine de su colapso

Will Smith ha protagonizado el gesto enternecedor de inmolarse para salvar a su profesión, pero una bofetada es insuficiente para evitar el colapso de la industria cinematográfica. El gesto bárbaro se ha impuesto al balance de las mejores películas del año, porque nadie le preguntó «¿qué tal la función?» a la viuda Mary Todd Lincoln, tras el tiroteo en el teatro a su marido Abraham.

Sin embargo, la bofetada a un Chris Rock que salvó los Oscars de la extinción al mantenerse flemático sin devolver el golpe, también sirvió de alivio frente a una ceremonia repleta de películas insulsas. No habían cautivado a la audiencia cinematográfica, con recaudaciones esmirriadas en el «box office» u «oficina de boxeo», así que mucho menos iban a captar al público televisivo. La bofetada fue uno de esos milagros que interrumpen el tedio sin previo aviso. Al ser protagonizada por dos millonarios, libera de cualquier sentimiento de culpa colectiva. Por desgracia, hay un día después del guantazo sin guantes. Y al amanecer del lunes, el cine seguía igual. Al borde de la extinción tras el golpe de gracia de la pandemia.

Un espectáculo de masas ha de huir del gusto exótico de paladares clasistas, y por eso no debe recomendarse A Hero de Asghar Farhadi a las multitudes. Sin embargo, el atractivo insuperable del cine radicaba en la diversidad, frente a la dieta única de superhéroes. Si no te convence Spiderman, tenemos a Batman, aunque ninguno de ellos saliera en auxilio de Chris Rock en la noche de las bofetadas. Y la Academia también fracasa cuando se pone culta, porque difícilmente se puede premiar el guion original de Belfast, donde el espectador se ve incapaz de distinguir entre católicos y protestantes desde mucho antes de perder cualquier interés en discernirlos.

Lo peor de la bofetada es justificarla o atenuarla por el chiste de Chris Rock. La ceremonia de los Goya se abrió con la siguiente frase pronunciada por Carmen Machi, «en lugar de sentar a un pobre a nuestra mesa, sentamos a un positivo a nuestra mesa en Navidad». En España han muerto cien mil personas por la pandemia. Estadísticamente, en la sala había personas con un familiar en primer grado fallecido a resultas de la covid. Ninguno subió a increpar a la presentadora. Los españoles son más civilizados que los estadounidenses, ninguna sorpresa en este frente.

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