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Oblicuidad

Una excelsa actuación privada de sara montiel

Gaultier homenajea a Sara Montiel en Madrid, no puede desaprovecharse la mínima oportunidad de evocar a la cupletista que el jueves cumpliría 94 años. La celebridad exige una dedicación exclusiva, y la actriz me brindó una excelsa actuación privada el 28 de agosto de 1992, en una sala VIP del aeropuerto de Palma. Su marido Pepe Tous acababa de morir, y la estrella viajaba a Barcelona para la cremación.

A solas se derrumbaba la imagen de desesperación que la viuda, a quien una admiradora había gritado que «tu dolor es el dolor de España», llevaba dos días cultivando con sentimiento y profesionalidad. Volvía a ser la actriz dramática que lograba imitar con sangre fría la voz de su hija Thais Tous, al suplicarle «mamá, yo no puedo ver a papá quemado, no me hagas ir a Barcelona». Sara sabía perfectamente que su interlocutor necesitaba un titular a todas las columnas, así que solo le faltó guiñar un ojo dolorido para entonar que «nunca más podré volverme a enamorar».

La renuncia al amor venía desmentida por el propio enunciado, y sobrarían las oportunidades de comprobarlo. Pero el abandono del amor por unos días requería de una ampliación melodramática, y ahí estaba la gran actriz para suministrarla sin más que un cambio de entonación. «Otras mujeres dicen ‘ay, no sé si alguna otra vez...’. Pues yo sí lo sé. Jamás, mis únicos amores son mis hijos». El juramento vitalicio duró lo que un estreno en las salas de cine, pero el periodista sabía que las palabras de la diva tenían el valor de un dogma papal, no admitían la mínima reticencia.

Cuando nos dirigíamos a la sala, una vecina de Valdepeñas se abrazó a Sara ignorando su reciente viudez, y la actriz le respondió con el mismo alborozo, la postulante acabó por reconocer que «ya notaba yo algo raro». Mientras la actriz recita que en Tous había encontrado «el amor de un compañero, de un amante, de un padre, de un amigo, de un hombre íntegro, de la bondad», rompe a llorar de repente. No entiendo el brusco cambio de ánimo hasta que observo que acaba de acceder a la sala el fotógrafo, por lo que la actriz se ha limitado a ponerse en situación. Impecable, incluso cuando se le pregunta sobre la cremación:

—¿Quiere esto decir que cree en la resurrección del alma pero no del cuerpo?

—Creo en Dios, y en que estamos a lo que Él manda. Se ha hecho su voluntad y me han quitado a mi marido. Mala suerte o buena suerte, quién sabe.

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