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La nueva arquitectura de Mallorca

Mallorca es cuna de una generación de arquitectos nacidos en los 70 que ensayan fórmulas sostenibles y buscan un resultado «sencillo, honesto y austero»

IES Josep Sureda i Blanes, en el barrio de Son Gotleu.

Afuerza de construir bien, se llega a buen arquitecto». Esta frase, que tiene más de dos mil años, se atribuye a Aristóteles, el filósofo ecléctico para quien «la finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas, no el copiar su apariencia». Porque, ¿alguien duda, a estas alturas, de que la arquitectura puede ser también un arte? El arte de homenajear la belleza a través de la utilidad, según alguna de las definiciones que podemos encontrar en la red.

Y atención al condicional «puede», pues visto lo que se ha hecho durante mucho tiempo en Mallorca y en otros espacios, no siempre se ha conseguido dignificar la construcción sino más bien al contrario.

Viviendas en sa Pobla, según Ripoll Tizón.

De todas maneras, cuando en la isla ponemos el tema de la arquitectura entendida como arte, es obligado ir a Jorn Utzon, el gran artista que construyó y residió en Mallorca, y que saltó a la fama internacional con el diseño de la ópera de Sídney en 1957 y que dejó inacabado en 1966 y haberle sido concedido el Premio Pritzker en el año 2003. Utzon, que poseía, desde 2004, el título de colegiado de Honor del Colegio de Arquitectos de Balears, edificó Can Lis, en 1972, en un acantilado junto al mar cerca de Portopetro, lugar en el que seguramente escuchaba música de Haydn, Reicha o Shostakovich, que eran, según parece, algunos de sus compositores favoritos. Para Biel Huguet, fabricante de materiales de construcción en Campos y persona muy implicada en la elaboración de productos y estéticas nuevas que no dañen el medio ambiente, «hay una generación de arquitectos mallorquines que son herederos indiscutibles del danés», pero no solamente de él, también, como añade Huguet, «han recogido las ideas de otros maestros consagrados, como Moneo, Clotet, Pinós y Herreros, todos ellos con un pie en la isla».

Estación Enológica de Felanitx. | JOSÉ HEVIA

Estos nuevos artistas son los nacidos en Mallorca en la década de 1970 y que de alguna manera sufrieron la primera crisis de 2008. Se trata pues de una generación de personas de entre cuarenta y cincuenta años formada mayoritariamente en Barcelona y que tiene, sin duda, mucha interrelación con sus colegas catalanes.

IES Josep Sureda i Blanes, en el barrio de Son Gotleu.

IES Josep Sureda i Blanes, en el barrio de Son Gotleu.

Para Huguet hay un elemento muy importante en todo ese buen hacer arquitectónico, que es el IBAVI: «Sin duda en los últimos años, el Institut Balear de la Vivenda se ha convertido en un gran impulsor de las nuevas líneas de actuación a través de líneas marcadas por Carles Oliver en las casas multipremiadas de Formentera». Se trata del proyecto Life Reusing Posidonia que nace «con el objetivo de ofrecer datos contrastados a las administraciones con competencias para regular el impacto ambiental en el sector de la edificación», según consta en la página web Arquitectura viva, en la que se lee: «Para ello se ha construido un edificio piloto con 14 viviendas de protección pública en Sant Ferran (Formentera), en el que se ensayan fórmulas para reducir la huella ecológica, monitorizando su funcionamiento».

Josep Quetglas.

Siguiendo en esta línea sobre el uso de materiales, para el joven arquitecto Francisco Cifuentes del despacho Aulets (cuyos miembros son los autores de la reforma de la Estación Enológica de Felanitx): «La arquitectura tiene que reducir el número de materiales y los materiales que se seleccionan tienen que optimizarse para maximizar sus prestaciones. Cada material ha de resolver los máximos requerimientos que nos solicita nuestro habitar. Si un material puede resolver la estructura y el acabado, ¿para qué utilizar más materiales?». De hecho, para Cifuentes, que defiende la teoría del «menos es más», el trabajo en arquitectura tiene algo en común con el trabajo agrícola: «La utilización de pocos materiales en la arquitectura permite conocer las características de cada uno de ellos y su trazabilidad, y por tanto saber qué material tenemos que utilizar en cada edificio y en cada detalle. De la misma manera que las posesiones eran lugares productivos y aprovechaban cada uno de los recursos materiales que disponían en el territorio». Y añade para concluir que: «Utilizar los materiales necesarios y conocer el origen y las características de éstos, tiene como resultado una arquitectura sencilla, honesta y austera». Precisamente el nombre del despacho, Aulets, significa «Alzineda tendra», según el Diccionari Alcover-Moll.

Aina Salvá y Alberto Sánchez.

Una persona que también puede haber influido en esta generación de jóvenes arquitectos es Josep Quetglas, el mallorquín que fuera Premio Nacional de Arquitectura en el año 2009 por sus trabajos sobre Le Corbusier y profesor en la Universidad de Barcelona.

Francisco Cifuentes.

Quetglas nos recibe con una, no por repetida menos interesante, frase de Adolf Loos: «Va bien vestido quien no llama la atención». Y añade, el valorado profesor: «Esta consigna la debería llevar en la sangre todo arquitecto, que sabe que una casa no ha de querer ser más interesante que su habitante. La buena arquitectura, como la buena ropa, convierte a su usuario en más interesante».

Para Quetglas la arquitectura es una cosa y la estética es otra: «Una casa que dice ‘mírame’ no es una casa, es un decorado publicitario, y la mercadería publicitaria, en este caso, sería el propio arquitecto». Y añade una sentencia crítica como colofón final: «Hay una desproporción entre arquitectos y colegiados, muchos de lo segundo y menos de lo primero».

Alumno de Quetglas en Barcelona, Martí Lucena es de una generación anterior a la de esos jóvenes que destacan, y posee la madurez y la experiencia propias del buen hacer. Para él «en arquitectura es muy importante conocer el lugar, sentirlo. Y con un poco de suerte llegar a formar parte de su historia». A Lucena le gustaría pensar que la arquitectura que se hace ahora en Mallorca, «de alguna manera forma parte de un hilo que han ido escribiendo grandes ejemplos de la historia reciente como Pere Garau i Antoni Alomar en las décadas de los sesenta y setenta y Elías Torres, más recientemente». Para él «existe cierta contradicción en la defensa de lo que llamamos kilómetro cero y la globalización». En cuanto a la repercusión que tendrá esa nueva arquitectura pensada y hecha en Mallorca, a Lucena le resulta difícil opinar pues como en todo «es más fácil esperar a que el paso del tiempo ejerza su efecto de cedazo al margen de las modas».

Pep Ripoll y Juan Miguel Tizón.

Y es que de la arquitectura pueden tenerse concepciones diferentes, incluso definiciones distintas. Para el arquitecto Alberto Sánchez, otro de esos jóvenes nombres actuales y junto a Aina Salvà cofundador del despacho Feina: «La arquitectura lleva implícito un acto de subjetividad necesario que, además de resolver cuestiones operativas, necesita producir belleza como fuente primordial de su existencia». Y añade, el coautor del edificio del ciclo formativo del IES Josep Sureda i Blanes: «En nuestro despacho vemos imprescindible entender la arquitectura desde esta mirada multiescala y multiformato, teniendo siempre la belleza como narrativa de fondo».

Otro de los despachos arquitectónicos formado por jóvenes profesionales es el Ripoll Tizón, creado en el año 2002 por Pep Ripoll y Juan Miguel Tizón, formados en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona. Ambos tienen en común el haber combinado el desarrollo de proyectos de promoción pública y privada con la participación en concursos de arquitectura, nacionales e internacionales en los que han resultado premiados en numerosas ocasiones. «Desde el principio», comentan a la par, «sentimos la necesidad de participar en concursos de ideas, entendiendo que eran la vía para desarrollar programas variados y alternativos a la vivienda privada. Esa vía nos ha permitido poder trabajar con planteamientos que a un cliente privado le cuesta asumir. Y si bien es cierto que en los proyectos públicos los presupuestos suelen ser muy limitados, nos gusta pensar que un presupuesto ajustado resulta más una oportunidad que un lastre». Precisamente «como promesas de la arquitectura de nuestro país» los calificó la prestigiosa arquitecta Carme Pinós, profesora en la Kunstakademie de Düsseldorf, la Columbia University de Nueva York o la Universidad de Harvard.

Y si hemos empezado citando a un maestro del saber general, Aristóteles, no está mal terminar con otra frase de un sabio de la arquitectura, Vitruvius. Dice así: «La arquitectura es una ciencia que surge de muchas otras ciencias, y adornada con mucho y variado aprendizaje, con la ayuda de los resultados de otras artes».

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