Practicando deporte el otro día (billar a tres bandas), entre carambola y carambola, a mi contrincante se le ocurrió una genialidad: hacer un Musical de Vox. No contento con ello, y posiblemente estimulado por mi observación de la posibilidad de ataques al teatro correspondiente por parte de esos majaderos rapados que jamás apoyan a ese partido, mi adversario apuntó la genialidad de que ese pequeño inconveniente quedaría solventado limpiamente si hubiera dos guiones, uno a favor y otro en contra. Quedé fascinado con la idea, pero él aún destapó una genialidad más: no se haría público qué días era a favor y qué días en contra. Está claro que un musical así, con la cantidad de anormales que hay en este país, tendría la publicidad gratis, eso sí, a base de barbaridades. Mi amigo remató: y piensa en Bertín Osborne. Casi muero de la risa.
