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Javier Fernández
Ver galería >Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
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Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
Reconozco que el abrazo entre la reina Letizia y la princesa Leonor me produjo un pellizco en el corazón. Recuerdo perfectamente ese abrazo de mi madre cuando me marchaba a la universidad, me alejaba de casa, de la familia. Supongo que la heredera se debatirá entre la incertidumbre de una etapa nueva, la alegría de la aventura y la nostalgia. Difiero, sin embargo, en el argumento machacón de que en ese centro exclusivo de Gales, Leonor «vaya a conocer diferentes realidades sociales». Lo vendan como lo vendan, el daño a la educación pública del país que un día aspira a reinar está hecho. No es culpa suya, pero de nuevo, la «libertad» de elección supone una condena para los de siempre. Por cierto, no estuvo exenta de polémica esa serie de instantáneas captadas por el fotógrafo oficial de la Casa y distribuidas por la agencia Efe. Resulta que hubo periodistas que aseguraban que la primogénita de los reyes había iniciado ya las clases ese mismo lunes y que las imágenes en el aeropuerto eran del domingo. Y, por una vez, desde Zarzuela -donde hubo un amplio debate sobre si mostrar o no la despedida y las primeras horas de Leonor instalada- fue transparente. Distribuyó sin más censuras ese adiós donde la tristeza y orgullo de Felipe VI y la mirada perdida de la infanta Sofía al saberse sin su hermana mayor quedaron relegados por ese abrazo de madre que, por una vez, no va a poder controlar férreamente todas las amistades, relaciones y locuras adolescentes de su hija. Veremos si antes de los premios Princesa de Asturias se produce ese reencuentro familiar. Estoy convencida que habrá alguna filtración. Al tiempo.
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