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El arte invisible ocupa mucho espacio

Salvatore Garau ha vendido por quince mil euros su obra artística Io Sono, consistente en nada, aunque el autor de esta negación del objeto prefiera hablar de vacío. El resto es discurso, al que contribuiremos humildemente. Para plantear desde el principio si la multiplicación de creaciones inexistentes no mejoraría el entorno, dada la degradación ambiental ante la proliferación de obras materiales con jactancias estéticas.

La contrapartida del género patrocinado por Garau resplandece cuando alguien le comenta al artista que sus obras invisibles son mucho mejores que las visibles. Sobre todo porque las segundas son más abundantes, aunque también aquí solo podemos fiarnos de la palabra del creador, que tal vez oculta en un armario miles de productos inmateriales. La inexistencia de una obra concreta facilita el funcionamiento del mercado. El firmante puede concentrarse en vender el producto antes que en fabricarlo, ganando así en competitividad y eliminando intermediarios.

Garau era inevitable, vistos los precedentes. Las piezas monocromáticas de Rothko son un exceso barroco frente al cuadro blanco de Arte, donde Yasmina Reza cambió para siempre las coordenadas del aprecio estético, en la obra teatral más deslumbrante del último siglo. Con todo, la francesa aplica el discurso a la nada, así que el Por un sí o por un no de Nathalie Sarraute, excepcionalmente encarada por Josep Maria Flotats contra Juanjo Puigcorbé, recoge con mayor exactitud el vacío expresivo.

Y la mayoría de lectores de este artículo, incluso los inexistentes, aguardan la mención honorífica al 4’33’’ de John Cage, en tres movimientos. Cuatro minutos y 33 segundos de silencio instrumental, que cede el protagonismo a la expectación y a los espectadores. La interpretación más perfecta de esta composición majestuosa corresponde sin duda a la Filarmónica de Berlín, ovacionada por el público emocionado que abarrotaba el teatro. A nadie se le debe ocultar la dificultad de llevar a escena esta obra en la actualidad, dado el brutal acortamiento de los intervalos de atención. Sin embargo, está garantizado el éxito de 1’33’’. O mejor, 0’33’’.

El arte ha de mover a la reflexión, y queda claro que las obras invisibles estimulan la polémica. También movilizarán las vocaciones de coleccionismo, aunque se necesita mucho espacio libre para almacenar tanto vacío en los pisos modernos.

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