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El himno de Lady Gaga, empezamos mal

La relación entre Joe Biden y su seguro servidor se estrena con mal pie. La inauguración presidencial a cargo de Jennifer Lopez y Lady Gaga ejecuta una burda imitación o parodia de la Super Bowl, donde la cantante latina y Shakira superaron en visitas al encuentro de rugby. Dada la naturaleza de este deporte, tal vez no se trata de la referencia idónea en un Capitolio invadido por las turbas musculadas. Se ha desaprovechado la oportunidad de restablecer la sobriedad institucional.

De hecho, no es descabellado elucubrar que los invasores del Capitolio salidos de la ciénaga de Mad Max iban disfrazados de Lady Gaga. Los promotores de la iniciativa cómico festiva pensaron que modernizaban a Biden, pero el entuerto equivale a vestirle de algo con capucha, o a ponerle unos tatuajes en el cuello para modernizarlo. El tándem musical desconcierta por anacrónico, para celebrar a un presidente que lleva medio siglo en el Senado. Si se quería lanzar un mensaje a la juventud, haber empezado por no elegir a un varón de 78 años que ha superado dos aneurismas cerebrales, y a quien la pregunta más desagradable que puedes formular es «¿cómo te encuentras?»

Dado que la crítica ha de ser constructiva, alguien debió pensar en el jazz, los estándares, el hilo musical de ascensor, el socorrido Bruce Springsteen o Simon&Garfunkel, por citar un dúo de la generación del presidente. Los organizadores no estuvieron a la altura de las circunstancias, dado el entorno de catástrofe bélica y aunque la Lady Gaga que acometió el himno tampoco tenga nada que ver con la diva desafiante que se vestía con chuletones crudos. El Oscar la ha uncido a la ortodoxia.

Obama se dirigía a los debates con Hillary Clinton escuchando una canción de Eminem, pero estamos hablando del Fred Astaire negro. Sorprende la estridente elección para la banda sonora de la inauguración, en la misma Casa Blanca que a continuación le monta un escándalo a Anna Wintour por colocar en la portada de Vogue una foto de Kamala Harris con alpargatas. Se alegará que Biden no solo escucha sino que baila a todas luces a Lady Gaga en lugar de John Denver, lo cual suena a perversión dada la estampa del político de Delaware. Tampoco sirve de excusa el apoyo de la cantante al presidente en vísperas de las elecciones. El ataque al Capitolio cambió las coordenadas de la civilización declinante, solo Estados Unidos considera que la fiesta debe continuar.

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