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Fargo: La difícil tarea de ser mafioso

Chris Rock, en su papel más dramático, encarna a Loy Cannon, líder del bando afroamericano de la trama.

Estábamos acostumbrados a los golpes de efecto, a la música, a los tiros y al humor negro. Pero ahora, Fargo ha decidido dar un paso más en su cuarta temporada, la más original de todas a excepción de la primera. La película homónima de los hermanos Coen nos enamoró con ese encanto rural. La historia tenía lugar en Minnesota, un pintoresco estado americano donde los seres humanos deben lidiar con osos y con un frío polar que los hace cultivar un humor inocente, cautivador, llano, pero también perverso. De ahí que se produzcan los crímenes más enrevesados, muchas veces provocados por una pasión desmedida, aquella que se mantiene a dos velas durante décadas y que sale cuando menos te lo esperas. Aunque no ayuda demasiado que la mafia esté siempre alrededor. Lo complica todo, porque siempre hay alguien cercano a sus intereses. Este es más o menos el encabezamiento de cada temporada de Fargo, la serie que explora los limites del ser humano desde un punto de vista muy particular, a veces divertido, y con aire de western.

La difícil tarea de ser mafioso

La serie nos tenía acostumbrados a sus saltos en el tiempo. La primera se agarró al contexto actual y el resto decidió echar mano al pasado para dar a sus personajes un aire vintage. Ahora, la nueva entrega se remonta a los años 50 para contarnos las trifulcas de dos bandas de mafiosos. Los 50 fue la época dorada de América, donde italianos, irlandeses, hispanos, asiáticos y antiguos esclavos africanos decidieron hacerse un hueco en el mercado laboral. A veces, a tiros. Porque ya se sabe, lo diferente no gusta, incluso en un país como Estados Unidos, donde el concepto de ser «americano» nunca ha estado del todo claro. Tampoco lo estaba en aquella época. Estos grupos de mafiosos intentan mantener su status quo en una sociedad multicultural, de clases, donde el debate sobre raza está a la orden del día.

La narradora inicial es la adolescente Ethelrida Pearl Smutty, quien introduce en la historia de las bandas criminales de Kansas City. Primero llegaron los judíos y después los irlandeses, entregados a una tregua con los primeros mediante el intercambio de los hijos más pequeños de sus respectivos líderes.

La cuarta temporada es, en esencia, una historia de guerra entre italianos y afroamericanos. El líder de la primera es Donatello Fadda (Tommaso Ragano), padre de dos hijos volátiles, Josto (Jason Schwartzman) y Gaetano (Salvatore Esposito). Al frente de los afroamericanos por Loy Cannon (Chris Rock en su papel más dramático), pionero de las tarjetas de crédito. Las dos bandas inician una espiral de acción donde sale tocado hasta el apuntador. La trama recuerda un poco a El padrino de Harlem, aunque Fargo es infinitamente mejor, ya que no se encanta en los líos de faldas.

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