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Series

El corazón de las tinieblas

La segunda temporada de ‘el submarino’ (‘das boot’) se estrenó este jueves

‘El submarino’ (‘Das Boot’) es la secuela de la mítica película de Wolfgang Petersen que en 1981 adaptó el bestseller de Lothar-Günther Buchheim.

Ya lo avisó la productora Bavaria Film en su respuesta a un inquieto usuario de Twitter: la serie El submarino (Das boot) llegaba con “nuevo submarino, nueva tripulación, nueva historia”. En ningún caso iban a atreverse a rehacer la perfección, es decir, el clásico antibélico de Wolfgang Petersen de 1981, que además de película fue miniserie.

Por eso quizá la producción cayó mejor que la mayoría de sobreexplotaciones de propiedades intelectuales y fue recibida con calidez por crítica y público; según AMC España, ninguna serie fue más vista en el canal durante el 2019. Vicky Krieps, media naranja (o medio limón) de Daniel Day-Lewis en El hilo invisible, ganó un premio de la tele alemana por su rol de Simone Strasser, traductora nazi que acaba absorbida por la resistencia francesa de La Rochelle en 1942.

Por supuesto, Simone reaparece en la esperada segunda temporada (AMC, desde el jueves, día 17), igual que su compañera de piso Margot (Fleur Greffrier). Juntas urden un plan para ayudar a huir a una familia judía, pero sus movimientos no pasan desapercibidos para el jefe de la Gestapo, Hagen Forster (Tom Wlaschiha). Mientras tanto, el antiguo capitán Hoffman (Rick Okon) busca refugio y ayuda legal en Nueva York. El nuevo comandante del U-612 es el sádico Ulrich Wrangel (Stefan Konarske), a quien se confía la misión de perseguir a un posible desertor (Clemens Schick).

Pregunto a Colin Teevan, guionista de la segunda temporada, si disfrutó escribiendo a algún personaje en concreto, y señala uno todavía por mencionar: Anatole Desjesquier (Paul Bartel), delincuente convertido, por esos giros absurdos del destino, en temible secuaz de Forster. “Queríamos que esta temporada viajara hacia el corazón de las tinieblas”, explica Teevan, preciado dramaturgo antes que creador televisivo. “Para mí Anatole es un poco la personificación del lado más oscuro del jefe de la Gestapo. Y, por extensión, la viva imagen de todos los horrores que la guerra puede desatar”.

Tan presente como pasado

La primera temporada de esta serie alemana fue escrita, en parte, por el inglés Tony Saint; la segunda tiene como guionista jefe a su paisano Teevan. Según nos explica este último, para un británico esta historia tiene un subtexto claro de actualidad. “Para los alemanes esta serie es una exploración del pasado”, afirma. “Pero para quienes estamos en Reino Unido o Estados Unidos, lo que estamos explorando es nuestro presente. ¿Qué puedes hacer cuando vives bajo un líder que trata siempre que puede de bordear la democracia?”.

Teevan accedió al trabajo por sus credenciales en drama histórico: antes había escrito Rebellion, sobre el Alzamiento de Pascua en Irlanda, y su secuela Resistance. “Como mis otras series bélicas –explica–, El submarino no va de líderes políticos haciendo grandes gestos, sino de gente normal tomando decisiones. No me interesa tanto reconstruir mítines como saber qué pasaba a pie de calle. Así es como se escribe la historia, a través de la suma de pequeños actos individuales. Me gusta la idea de interpelar al espectador, de preguntarle: ¿cómo lidiaría usted con la invasión de su país?”

Capitán (real) a bordo

¿Y cómo lidió Teevan con la jerga técnica del submarino? ¿Son reales las órdenes y términos que escuchamos? “Contamos con un capitán de submarino en el equipo de asesores. Todo pasa por su control. Nosotros proponemos una situación y él nos dice si eso podría pasar o es una memez absoluta. Cuando se trata de escribir órdenes, él da las palabras precisas”, asegura.

Un submarino es, dice Teevan, un regalo para un dramaturgo: “Estoy acostumbrado a escribir para espacios únicos, así que no tengo problema en idear esas largas partes que solo suceden ahí abajo”. Sobre el creciente trasvase de autores teatrales al entorno televisivo, opina que es lo normal. “Antes, todos queríamos irnos al cine, pero ahora la tele es el espacio creativo por excelencia. Los presupuestos son buenos y el potencial narrativo es inmenso. Puedes hacer una historia de sesenta horas. Para mí, una película es como un relato, mientras que la serie es una novela. No es una idea original, pero es que es cierto”. 

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