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El reportaje

El auge cooperativista

El confinamiento ha tenido un cierto efecto beneficioso para el sector primario balear: las familias han buscado el producto local, como forma de cuidar la salud y ayudar al comercio cercano. El reparto a domicilio de las cestas de frutas y verduras de temporada, un negocio que eclosionó durante la crisis sanitaria, ha venido para quedarse.

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El reportaje: El auge cooperativista

El campo balear, a raíz de las consecuencias de la pandemia del coronavirus, no atraviesa su mejor momento. Al depender esta comunidad en gran medida del turismo, buena parte de la producción agrícola se destinaba a lo que se denomina el espacio HORECA (hoteles, restaurantes y cafeterías), por lo que el confinamiento de hace unas semanas y la mala temporada turística han empeorada su situación, que ya no era buena. De hecho, el exsecretario de Unió de Pagesos Pere Calafat apuntaba hace dos semanas en este diario que, en el caso del sector vinícola, se les pagará a los agricultores para que no vendimien y así no haya vino sobrante que haga bajar los precios.

"Aquí la agricultura y la ganadería están en recesión, está claro", afirma Rafel Maria Creus, desde Cooperatives Agroalimentàries de Balears, la patronal que agrupa a las diferentes cooperativas del sector de las islas. La presidenta la entidad, Jerónima Bonafé -secretaria de la patronal a nivel estatal y presidenta de Mujeres Cooperativistas-, se reunió hace dos semanas con el ministro de Agricultura, Lluís Planas, con el objetivo de conocer el nuevo funcionamiento y financiación de la Política Agraria Comunitaria (PAC). "Bonafé insistió al ministro con el tema de la insularidad, otro problema del campo balear. En Europa cuando se habla de insularidad o zona periférica se tienen en cuenta a las Canarias o determinadas islas griegas, pero no a Balears porque estamos relativamente cerca de la zona continental", añade Creus.

A pesar de las dificultades del coronavirus, la redistribución de la PAC o la insularidad, el sector agrícola balear se ha fortalecido y ha conseguido salvar en parte estos meses a través de un tipo de negocio y una idea muy simple: las cooperativas y las cestas de alimentos. Para tenerlo claro, una cooperativa se diferenciaría de otras empresas de venta de alimentos en que, según sus principios o requisitos, no prima el beneficio económico individual, sino el bien común, además de una cooperación entre las mismas entidades, por ejemplo.

Normalmente hay tensiones entre sindicatos y patronales de cualquier sector para conseguir las mejores condiciones para los dos bandos. En este caso, Rafel Creus asegura que la relación entre la patronal -Cooperatives Agroalimentàries- y los sindicatos -Unió de Pagesos o ASAJA- es "muy buena" e incluso hay socios que están dentro del órgano cooperativista y en uno de los sindicatos. Además, van de la mano en algunas de las reivindicaciones. "Nosotros y ASAJA reivindicamos desde hace tiempo que la contaminación de los acuíferos baleares no era por culpa de la agricultura, y ahora un informe del Govern nos ha dado la razón: la contaminación viene de las poblaciones diseminadas", afirman desde la entidad.

El hecho de hacer cestas de comida no fue una orden desde la dirección, sino que salió de forma espontánea. "Había mucho producto sobrante y algunas cooperativas, simultáneamente, empezaron a promover la venta de cestas con diferentes alimentos", explica Creus. Por otro lado, la mayoría de estas entidades están en polígonos industriales, y ante el incremento de gente que iba a comprar ahí durante la cuarentena, la policía empezó a dificultar el acceso, ya que era prioritario comprar en supermercados que estuviesen más cerca que estas zonas periféricas. "Por esto, además de los problemas de las personas mayores para desplazarse, se empezaron a repartir las cestas a domicilio, de forma totalmente gratuita", recuerdan desde la entidad cooperativista.

Esta nueva iniciativa tuvo una gran respuesta entre la población. Captó clientes nuevos, y los que ya eran asiduos de las cooperativas se animaron a comprar las cestas con alimentos de temporada. "Algunas cooperativas se vieron simplemente sobrepasadas, no se esperaban el gran volumen de demanda que tuvieron", afirma Rafel Creus. La Cooperativa de Sant Bartomeu de Sóller repartió hasta julio más de 3.000 cestas entre el municipio citado y Fornalutx. Camp Mallorquí, una cooperativa que agrupa otras de más pequeñas, durante los primeros días llegó a tener un volumen de demanda de una cesta por minuto, y hasta hace un mes vendieron más de 20.000.

"Es una iniciativa que ha venido para quedarse, está claro", afirman desde la patronal cooperativista. Solo hay una de las cestas que nació con voluntad temporal, ya que comercializaba los tradicionales robiols y otros productos típicos de Semana Santa. Otro alimento muy consumido en Balears en esas fechas es el cordero, por lo que la Cooperativa Pagesa de Pollença, con el sello de calidad del mé de Pollença, también empezó a hacer los repartos a domicilio para evitar el sacrificio en vano de los animales.

Por otro lado, el hecho de ser insulares, tal como hemos visto, supone un problema para el campo, pero también un punto positivo, ya que la gente "valora más lo que tenemos, y nuestro producto local está muy bien visto entre los ciudadanos", afirman desde la entidad cooperativista.

El comercio online

El presidente de la federación de pequeñas y medianas empresas de Balears -PIMEM-, Jordi Mora, ya afirmó en este diario hace dos semanas que uno de los principales retos para el comercio local y el sector agrario es la necesaria adaptación al comercio online, con el añadido de que el perfil del pequeño comerciante balear es "conservador" o "escéptico" ante la irrupción de cambios en el funcionamiento del negocio. Este no sería el caso de las cooperativas. "Muchas de ellas, ante el éxito de las cestas, han hecho cursos de formación para el uso de las redes sociales, otras han creado una página web o han mejorado la que ya tenían, y después está una cooperativa de jóvenes agricultores que se está constituyendo, Bessoners, que ya nace con la intención de explotar al máximo el comercio online y el reparto a domicilio. Es un cambio drástico", afirma Rafel Creus.

La implantación de las cestas ha supuesto la modernización del sector con el uso de Internet, pero también la expansión con la necesaria compra de transportes para hacer el reparto, lo que también ha generado nuevos puestos de trabajo en tiempos de pandemia.

Aun así, desde la entidad cooperativista apuntan que se tiene que ir con cuidado, ya que aprovechando el tirón de las cestas, hubo alguna empresa dedicada al comercio de alimentos que empezó a hacer la suya afirmando que era producto local, "cuando en realidad compraban todo el producto fuera de Balears".

De esta manera, la pandemia del coronavirus podría haber significado un auténtico desastre para el sector agroalimentario balear, pero lejos de esto, realmente ha supuesto una oportunidad de expansión del negocio y la adaptación a las necesidades actuales del mercado, que en gran medida se basa en el uso de Internet para comercializar los productos. La agricultura balear, y en particular las cooperativas, están en auge.

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