Los economistas y los periodistas salmón trabajan las imágenes que definen las crisis económicas y suelen hacer diana visual. Hay que estar en su mundo para ver a la primera sus metáforas visuales. Cuando dijeron "el Covid 19 trae una crisis en V" mucha gente vio la grafía aguda y vertiginosa de la letra y, en ella, esa caída en terraplén, seguida de un ascenso simétrico, pero los que vivimos en la atmósfera pop imaginamos una ruina tan grande que acabaríamos comiéndonos las ratas, como los lagartos invasores de "V", una serie televisiva de los ochenta que marcó a los cuarentones que fueron a EGB.
Los economistas hablan ahora de crisis en U, que dibuja una caída vertical, un tiempo abajo y luego un ascenso vertiginoso. Han cambiado la letra (pero no la música) y la clave será lo que mida la panza de esa U, cuánto tiempo nos arrastraremos antes de recuperarnos.
Usaba estas definiciones tipográficas hasta que leí la desasosegante noticia del inglés que se precipitó desde el balcón de la séptima planta de su hotel en Marbella y aplastó a un español que tomaba algo en la terraza. Ese tipo de sucesos nos hacen sentirnos muy miserables con nuestra condición. Con esas caídas nos reíamos en las acrobáticas comedias del cine mudo y nos tronchamos en sus sucesores, los dibujos animados, donde se suspenden las leyes de la física, pero en la realidad lo estúpido choca con lo terrible y nos deja destrozados.
Ese suceso con dos muertos en el tórrido descanso que burla el toro de la pandemia, me creó una imagen que se superpuso a lo que cuentan los economistas de que seguimos cayendo y que después del verano habrá más daños inesperados. La imagen no se me va de la cabeza. No dejo de mirar para arriba.
