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Reportaje

La fuerza del comercio local

"En el comercio local balear hay dos problemas estructurales de hace años: un alto grado de ingresos del turismo y la baja adaptación al comercio online. Y a esto se le ha sumado el coronavirus", destaca Jordi Mora, presidente de PIMEM, la federación de la pequeña y mediana empresa que agrupa a más de cincuenta asociaciones de todo tipo

La 'tela de llengües' (en la imagen Tèxtils Bujosa), uno de los productos más tradicionales y que más representa a Mallorca.

"La fortuna de los 23 españoles más ricos crece un 16% desde el 18 de marzo". El medio digital Infolibre relataba así, el pasado uno de junio, el aumento de la riqueza de muchos de los grandes empresarios de España desde el inicio del estado de alarma. El presidente de Inditex Amancio Ortega incrementó su patrimonio en un 17%, la fortuna del propietario de Mercadona Juan Roig aumentó en 270 millones de euros, o el empresario mallorquín Miguel Fluxà, dueño de Iberostar, se hizo un 50% más rico. Ellos ejemplifican la supervivencia económica en medio de una pandemia que ha obligado a cerrar todo tipo de comercios durante semanas, aunque progresivamente se ha ido volviendo a esta "nueva normalidad".

En el otro extremo de Inditex, Mercadona o Iberostar encontraríamos a los pequeños comerciantes, esos que actúan en un ámbito más local, alejado de las grandes superficies comerciales. Hablamos de artesanos, botigues, tiendas de pueblos, comercios emblemáticos. "Ahora los pequeños comercios tienen liquidez, pero prevemos que a partir de octubre empiecen a cerrar algunos de ellos, este es un año perdido", lamenta Jordi Mora, presidente de PIMEM, la federación de la pequeña y mediana empresa que agrupa a más de cincuenta asociaciones de todo tipo.

"En el comercio local balear hay dos problemas estructurales de hace años: un alto grado de ingresos del turismo y la baja adaptación al comercio online. Y a esto se le ha sumado el coronavirus", destaca Mora. La afectación por la mayor clientela extranjera se ve en comercios como Tèxtils Bujosa, una fábrica artesana de la tradicional tela de llengües, ubicada en Santa Maria. Creada en 1949 por el abuelo de los actuales propietarios, Guillem y Maribel Bujosa, tiene la maquinaria más antigua de las tres factorías en funcionamiento -hay otras dos en Lloseta y Pollença-, que data del siglo XIX. También se tiene que puntualizar que no solo funcionan en un ámbito puramente local, ya que tienen como clientes a tiendas de Londres o París, además de personalidades como Michael Douglas y con anterioridad a la mujer de Franco, Carmen Polo, entre muchos otros.

"Los extranjeros con segundas residencias o los turistas de paso son nuestros grandes clientes, ya que para los mallorquines este tipo de tela ya está muy vista", explica Guillem Bujosa. "Ahora empezamos a notar más ventas por los que tienen la segunda residencia, pero será un mal verano, prácticamente perdido", prosigue.

Comercio 'online'

La Cambra de Comerç de Mallorca destacaba el pasado 26 de marzo el necesario cambio de actitud de clientes y comerciantes para la adaptación al comercio online a causa del coronavirus. "El comercio digital es una vía de escape, e incluso una oportunidad de crecimiento. Puede ser un buen momento para tomar conciencia y pensar más en nuestros comercios más cercanos", aconsejaba la entidad.

En este sentido, el presidente de PIMEM recalca un cambio de chip del consumidor. "Se ha potenciado la sensibilización del producto local, el hecho de estar dispuesto a pagar más por un producto de aquí es un punto muy positivo". Además, alerta que en el comercio electrónico tendrán más capacidad de supervivencia los pequeños comercios con un producto diferenciado: "si uno comercializa la marca de otro, no podrá competir, pero si hace algo único o diferenciado, como la tela de llengües o el vino, sí que tiene oportunidades".

Por su parte, Unió de Pagesos de Mallorca desde la primera semana de confinamiento llevó a cabo una campaña, entre muchas otras, con el lema "Tu a casa, nosaltres t'omplim el rebost". "Era una forma de visibilizar el trabajo a veces invisible de la agricultura y ganadería mallorquina, y también queríamos concienciar a la gente de que permaneciera confinada", afirma el ex secretario general de la organización y dueño de la bodega Jaume de Puntiró, Pere Calafat. Además, para sensibilizar al consumidor local el cartel llevaba la imagen de una personalidad isleña que cambiaba cada dos días, como Tomeu Penya, Llum Barrera, Toni Gomila o el más polémico, Valtonyc. El sector primario apostó por el comercio online para seguir vivo, y durante estos meses funcionó. "Gran parte de las ventas se han perdido por el cierre de restaurantes y hoteles, pero estas campañas online nos han permitido poder seguir ingresando", remarca Calafat.

Si se mira por sectores, los menos perjudicados por la pandemia han sido los pequeños comercios dedicados a la alimentación, como las tradicionales botigues o las panaderías, ya que han podido permanecer abiertos. Llorenç Mir y Águeda Dolç regentan la botiga Ca n'Àgueda, en Santa Maria, una tienda con 54 años de historia. "Durante el confinamiento aumentamos en el número de clientes, pero sobre todo en el volumen de compras", explican. "Hubo días en los que la gente hacía 45 minutos de cola para entrar, aunque ahora sí que empezamos a notar una pequeña bajada de los ingresos", añaden. Ellos se adaptaron a las necesidades empezando los repartos a domicilio y también la realización de comandas vía telefónica. "Funcionó, por lo que seguimos haciéndolo. Viene muy bien sobre todo a la gente mayor, que se puede mover menos, y así les ayudamos".

Además, hay un factor importante que juega en favor del pequeño comercio. "La experiencia de compra en el comercio local es única. Ir a comprar, hablar con los vecinos, con los dueños de la tienda€ las grandes superficies nunca podrán ofrecer esto, y es algo que se tiene que potenciar, tiene que ser una experiencia brutal", explica el presidente de PIMEM.

Respuesta institucional

"Medidas de algunos ayuntamientos como las subvenciones no las vemos con buenos ojos, ya que el hecho de dar 500 euros a un pequeño comercio realmente no ayuda en nada". Mora, desde PIMEM, propugna otro tipo de iniciativas. "Por ejemplo, todo turista que pise Mallorca, debe tener una guía o ruta de comercios locales de Palma y alrededores, con las actividades que hace. Esto es poner prácticamente al cliente en la puerta del comercio", explica.

Santa Maria, con la colaboración del consistorio y la agrupación de comerciantes local, es pionera en Mallorca llevando a cabo una plataforma que incita a consumir en los comercios del pueblo. "La semana pasada pusimos en marcha una tarjeta, como la que se utilizan en supermercados o tiendas de ropa, con la que acumulas un porcentaje de las compras en comercios locales, que puedes gastar en cualquier otro comercio del municipio adherido a la plataforma", según explica el presidente de asociación de comerciantes, Pep Estarellas. "Además, me consta que ya hay otros pueblos interesados en esta iniciativa", añade.

Esta colaboración entre los mismos comerciantes es más que positiva. Según el presidente de PIMEM, es una colaboración indispensable para sobrevivir. En otras palabras, si los comerciantes no se ayudan entre ellos, el comercio local está muerto, aunque el de Mallorca tiene mucha fuerza, como hemos podido ver.

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