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Historia

El primer cuartel

Situado entre La Lonja y el edificio de la conselleria de la Presidencia, en el paseo de Sagrera, el cuartel se inauguró en 1799 siendo derribado en 1879, en los años en los que se inició la progresiva demolición de las murallas para posibilitar el crecimiento de Palma siguiendo las teorías "higienistas", entonces en boga

Derribo de la antigua muralla frente a la Llonja (1872).

Al acceder al trono de España Carlos III, "el rey ilustrado", implementó, hacia 1759, una política exterior "agresiva", explica Eduardo Pascual, profesor de Historia Moderna de la UIB, que ha llevado a cabo un estudio sobre el primer cuartel que se construyó en Mallorca para albergar a las tropas acantonadas en Palma, a fin de proteger a Ciutat de una posible invasión. Pascual precisa que la nueva política española impulsada por Carlos de Borbón obligó a los militares a replantearse la situación "estratégica" de la isla, que quedaba "desprotegida" ante un posible enfrentamiento con una potencia extranjera. El Rey, su Gobierno, marcado por los principios de la Ilustración, promulgó en 1762 una real cédula por la que se creaba la denominada "Milicia Provincial", una suerte de ejército local encargado de garantizar la defensa del territorio. Las autoridades debatieron en qué lugar debían alojar a los integrantes de la nueva milicia provincial, dónde acuartelarlos en el momento en que se dispusiera de la correspondiente dotación presupuestaria, siempre deficitaria. No fue hasta 1797 cuando finalmente pudo iniciarse su construcción. El emplazamiento elegido fue el que actualmente ocupan la conselleria de Presidencia del Govern (el de la vieja Comandancia de Marina) y el edificio levantado por el arquitecto Gaspar Bennazar. Hay que llegar al penúltimo año del siglo XVIII, a 1799, para ver culminada la construcción del cuartel, un edificio horizontal junto a las murallas, que hasta entonces había ocupado un almacén del puerto. Eduardo Pascual resalta que constituyó el primer cuartel, "hogar del soldado", que existió en Mallorca, puesto lo que había hasta entonces eran castillos, torres de defensa y fortalezas similares, pero no un cuartel tal como se ha concebido modernamente. Su existencia se prolongó hasta las postrimerías del siglo XIX. Se derribó en 1879, cuando se pusieron de moda las denominadas teorías "higienistas", que propugnaban abrir las ciudades, por lo que se inició el derribo de las murallas, que concluiría con los primeros años del siglo XX.

La rebelión de los territorios de la antigua Corona de Aragón contra Felipe V, el primer Borbón, que desencadenó la Guerra de Sucesión (la "primera guerra europea moderna", según el historiador Miguel Deyá, decano de la facultad de Filosofía y Letras de la UIB), posibilitó que se implantara una política absolutista en los territorios insurrectos, partidarios del archiduque Carlos de Austria. Los decretos de Nueva Planta hacen mención, dice Eduardo Pascual, a la "militarización insular" con el objeto de repeler una agresión proviniente de Menorca, ocupada por los ingleses o de la costa norteafricana, pero no aclaraban cómo se llevaría a cabo. Tan solo se hizo mención de los alojamientos dejando en manos del comandante de la plaza cómo materializarlo. Parece que la presencia militar en Mallorca fue más reducida que la existente en otras regiones, aunque la permanencia de destacamentos fijos generó el citado problema del alojamiento y dónde ubicarlo. De entrada, se procedió a improvisar un plan consistente en alquilar casas particulares y habilitar espacios municipales, caballerizas e incluso conventos, lo que originó numerosos problemas con los vecinos y de falta de operatividad por la dispersión de las tropas, en compañías y no en batallones, con la obligada presencia en cada alojamiento de una guardia que controlase la disciplina. Todo ello hizo perentoria la necesidad de disponer de un cuartel, como los que empezaban a ser habituales en buena parte de Europa. El "giro militarista" de Carlos III desembocó en la mencionada creación de la Milicia Provincial, lo que hizo todavía más imprescindible la construcción del cuartel, puesto que era obligado alojar adecuadamente, vestir y mantener a las nuevas tropas. Gracias al Cuerpo de Ingenieros, también iniciativa de Carlos III, siguiendo el modelo francés, se puso en marcha la construcción de cuarteles y otras obras civiles. El modelo, según la tradición gala, consistía en un edificio autónomo, longitudinal, dividido por un muro medianero con pequeños aposentos en los que podían acomodarse una docena de soldados situándose en los extremos los alojamientos de los oficiales.

Proyectos fallidos

A lo largo de los reinados de Felipe V y Carlos III el profesor Pascual ha datado hasta tres proyectos fallidos para construir el hogar del soldado, el cuartel. El primero se redactó en fecha tan temprana como la de 1727. El segundo intento llegó en 1738 fechándose el tercer intento en 1767. Hubo esperar a la mencionada fecha de 1799 para que finalmente el proyecto de construcción del cuartel viera la luz. El edifico fue diseñado por el ingeniero jefe Carlos Agustín Giraud, que tardó varios meses en dar con el emplazamiento idóneo dentro de las murallas de Ciutat, alternativa descartada por los tres proyectos fallidos. La primera localización era en la explanada del huerto de Moranta, en las inmediaciones del baluarte del mismo nombre. Tenía la ventaja de que no había que expropiar ninguna edificación cercana, pero se consideró poco aconsejable. La segunda se decidió que era la más idónea por su ubicación en las Ramblas de Palma justo en el convento de los padres Carmelitas, condicionado al traslado de esta orden religiosa al colegio de Montesión propiedad de la Compañía de Jesús, que acababa de ser expulsada de España por orden del rey Carlos III. El proyecto fue presupuestado en 71.000 pesos, aunque se carecía de fondos para acometerlo, puesto que la tesorería de Mallorca acumulaba un descubierto superior a los 700 mil reales de vellón, especialmente por los gastos que generaba el regimiento de Milicias Provinciales.

La construcción del cuartel tuvo una nueva oportunidad de materializarse, ya reinando Carlos IV, al surgir la necesidad de ubicar a la Milicia Provincial definitivamente por la llegada a la isla de tropas de refresco durante la guerra contra la Convención francesa. En julio de 1797, el capitán general, Antonio Cornel Ferraz, presentó al ayuntamiento de Palma el plano del nuevo cuartel proyectado por el ingeniero Bartolomé Reynaud de la Parra, que esta vez sí contaba con el presupuesto de los costes de los materiales y de la mano de obra. Su ubicación era la del almacén situado junto a La Lonja, que también se había utilizado como presidio. El edificio dispondría de 700 camas con instalaciones anexas que incluían cocina, lugares comunes y calabozos. En año y medio el cuartel estuvo construido, concretamente el 9 de febrero de 1799. El edificio estaba dividido en dos alturas. El alzado era de una rigurosa uniformidad con una fechada muy elemental , del gusto de la época tanto para construcciones militares como civiles. La monotonía del edificio, destaca el profesor Pascual, proporcionaba una impresión de solidez y firmeza, que expresaba el poder de la organización estatal encarnada por la monarquía borbónica. Conectaba lateralmente con la Puerta del Muelle y en el otro extremo con un patio interior, entre la muralla y el lateral de La Lonja, que daba acceso a varias dependencias.

El derribo del cuartel acaeció cuando declinaba el siglo XIX. La presión demográfica y las ideas "higienistas" antes mencionadas fueron las razones por las que en la segunda mitad del siglo se acometiese el paulatino derribo de las murallas de Palma, lo que sin duda acabaría por afectar al cuartel. El Gobierno de la efímera (apenas once meses) Primera República autorizó en 1873 proceder al derribo de una parte de la muralla marítima, que comprendía desde la calle Marina, donde estaba el cuartel de Caballería, hasta la plaza de Atarazana, sin afectar todavía al cuartel de La Lonja. Sobrevivió hasta 1879, aunque ya estaba fuera de uso por el traslado de la comandancia y el Cuerpo de Carabineros a un inmueble situado a un inmueble en la calle de San Jaime. En los primeros años de la Restauración borbónica, durante el reinado de Alfonso XII, se inició una campaña, auspiciada por los diarios El Comercio, El Isleño y la Ultima Hora para acelerar el derribo del lienzo de las murallas.

La suerte del cuartel estaba echada y fue el 3 de junio de 1879 cuando se iniciaron las obras de su derribo con la simbólica retirada del escudo de Palma que decoraba su entrada. No se tenía un buen concepto del cuartel, al considerarlo, según el diario El Isleño," extraño edificio, cuya fealdad es más chocante por su proximidad a la nunca como se merece bien alabada belleza de La Lonja". En 49 días se completó el derribo.

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