Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Salud

Los riesgos de la obesidad

Los riesgos de la obesidad

Escuchaba en la radio una entrevista a una médica líder en la lucha contra la obesidad decir que es una enfermedad y que como tal debería ser reconocida y tratada por el Sistema Nacional de Salud. De no hacerlo, advertía, las consecuencias de esta epidemia pondrán en peligro la supervivencia del sistema.

Estas son las perspectivas luctuosas que nos anuncian. Efectivamente, la obesidad es un verdadero problema de características universales y de intensidad creciente. Mientras examinaba el estado de salud de Jamaica, comprobaba que en las regiones donde más abundaba la desnutrición infantil, había más obesidad. Esa convivencia, que ocurre en todas partes, se explica por la penetración de los alimentos de alta densidad calórica, muy atractivos al gusto y precio moderado. Las multinacionales han sabido desarrollarlos y tienen admirables estrategias de venta mediante las cuales logran colocarlos en los lugares más recónditos.

Qué sabemos sobre la relación entre obesidad y salud. Hay dos formas de mirarlo: desde la perspectiva fisiológica y desde la epidemiológica. La obesidad sobrecarga al sistema, le obliga a un esfuerzo metabólico importante que se manifiesta, aunque no siempre, en una resistencia a la insulina, por lo que el páncreas se ve obligado a producir más. A pesar de ello no logra que el azúcar se use: sube la glucemia. Además se altera el metabolismo de los lípidos y se eleva la tensión arterial. Todos ellos son factores de riesgo de enfermedad. Con la epidemiología comprobamos si se producen. El estudio más potente reunió nada menos que a 10,7 millones de personas en todo el mundo. Descartaron los sujetos que al inicio del seguimiento tenían alguna enfermedad y comenzaron a recoger las muertes al cabo de cinco años para así evitar causas ocultas que las produjeran. Se ha comprobado una vez más que la relación entre peso y mortalidad tiene forma de J: un poco más alta en las personas delgadas, el mínimo se sitúa en el peso ideal y a medida que se ganan kilos se incrementa el riesgo de muerte: por cada 5 puntos que se añadan al índice de masa corporal, a partir de 25, se incrementa la mortalidad en el 40%. Lo mismo ocurre con pequeños matices, con la mortalidad coronaria, el ictus y la enfermedad respiratoria. Sin embargo, la relación con el cáncer es menos potente: solo se incrementa el 20% por cada 5 puntos. Por otra parte, el sobrepeso es más dañino para los hombres que para las mujeres. Y cuando se tienen más de 70 años su influencia se reduce mucho. Estas son hasta cierto punto buenas noticias porque hay más sobrepeso y obesidad entre mujeres y entre personas mayores. Y en conjunto malas noticias. Porque aunque el incremento sea solo del 40% por cada 5 puntos, hay mucha gente que los gana. He calculado, valiéndome de la prevalencia de sobrepeso y obesidad y del riesgo relativo mostrado, que se podrían ahorrar hasta el 25% de las muertes si todas las personas menores de 60 años, a quién más afecta el tener sobrepeso, tuvieran el peso ideal.

Lo mejor para evitar la obesidad es la prevención, y la mejor prevención se hace en los primeros años de vida. Corregir la obesidad es muy difícil. Hay pruebas suficientemente contundentes como para aconsejar detectar la obesidad en niños y adolescentes y establecer programas multidisciplinares de modificaciones en el estilo de vida, de al menos 25 horas de duración. Una estrategia que también se debe llevar a cabo en adultos. Con ello, si logra reducir el peso una media de 7 kg, se consigue corregir la hiperglucemia. Tanto en adultos como en niños y adolescentes, el uso de medicamentos, Orlistat y Metformina, tiene buenos resultados, aunque peores que las intervenciones sobre la conducta y con demasiados efectos secundarios.

La experiencia clínica y social es que las personas obesas que logran perder peso se encuentran mucho mejor, precisan menos medicación y son capaces de tener una vida más activa. Sin embargo, no podemos decir, con certeza, que se evite ese riesgo elevado de mortalidad. Es muy probable que así sea, tal como se desprende de la lógica y de las mejoras fisiológicas. Pero la escasez y pobreza de los estudios que lo examinan nos obliga a ser prudentes. En niños, cuyo organismo puede que se restablezca mejor, quizá se logren los mejores resultados.

¿Es la obesidad una enfermedad? Yo prefiero denominarlo factor de riesgo, como la hipertensión o el colesterol. Estas alteraciones del equilibrio fuerzan la fisiología de manera que aquellos órganos o tejidos que más sufren pueden enfermar. Por ejemplo, la tensión arterial alta fuerza el corazón y las arterias: se produce enfermedad cardiovascular, enfermedad renal o enfermedad de los ojos. Pero no todos los hipertensos las sufren. Con la obesidad ocurre lo mismo. Algunos desarrollarán diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia, o quien sabe si se facilitará el cáncer de esófago, de colon, de mama posmenopáusica€ O artrosis de rodilla.

El exceso de grasa es una sobrecarga para el organismo, tanto por peso como por demanda metabólica. Dependiendo de su resistencia, puede claudicar. Recuperarlo es posible pero no fácil. Lo mejor es prevenir.

Compartir el artículo

stats