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Deporte

Creciendo en femenino

La mujer se reivindica en el deporte balear aumentando el número de federadas de manera ostensible en los últimos años. Varias directivas de la isla, pioneras en sus puestos, analizan el auge en el que se han visto inmersas las diferentes modalidades de equipos femeninos

Dolors Besné, Chus Sastre y Chus Tamurejo (de izq. a der.), pioneras en las directivas del deporte en Balears.

Están de moda. En bádminton, fútbol o halterofilia… Tenistas, regatistas, boxeadoras, nadadoras o pilotos… No hay deporte que se les resista. El siglo XXI ha catapultado a la mujer dentro y fuera del ámbito deportivo. La lucha en las calles se ha reflejado en la alta competición, un proceso bidireccional que ha dado sus frutos. Balears, como el resto del Estado español, multiplica año tras año las licencias deportivas de mujeres. Pese a todo, la desigualdad existe, resiste.

En pleno apogeo del atletismo popular, Kathrine Switzer desembarcó en Palma. Corría el año 2014. La alemana, símbolo de la ponderación de la mujer en el deporte, apostó por Mallorca para instaurar una cita maratoniana en su nombre. Switzer desafió al machismo en 1967, cuando nadie se atrevía. Rebasó un coto vetado al género femenino. Reivindicó que la ‘débil figura de la mujer’ era y es capaz de acabar una prueba de 42 kilómetros. No hace tanto.

“No hace tanto, no. Echo la vista atrás y lo pienso. Nací en 1944. En aquella época las niñas tenían que hacer ballet, no había más. Descubrí el baloncesto con 14 años, pero era una adelantada para mi época”, recuerda con nostalgia Dolors Besné, actual presidenta de la Federació de Voleibol de les Illes Balears.

“A mi madre y a mi padre siempre les gustó mucho el fútbol, pero yo sé que si les hubiera dicho, allá por los 70 o los 80, que quería jugar, les habría dado el disgusto más grande de su vida. Era una cosa de hombres. Sin embargo con el baloncesto eso no pasaba”, apunta por su parte Chus Tamurejo, responsable de la sección femenina en la Federació de Futbol de les Illes Balears.

“Yo en el colegio también empecé jugando a básket”, coincide Chus Sastre, coordinara del Club Natació Palma. “Tuve la suerte de haber vivido el deporte siempre como algo natural durante mi infancia”, se congratula. “Eso no quita que hubiera deportes que tan siquiera se me pasara por la cabeza que una chica pudiera practicarlos”, reconoce.

Miles de mallorquinas se lanzaron a la calle aceptando el reto de Kathrine Switzer. Quien nunca había logrado acabar un 10k, lo hizo; quien nunca osó tratarse con la media maratón, probó suerte; cientos, incluso, colorearon el Passeig Marítim durante los 42 kilómetros de la cita. Las pruebas populares del calendario de atletismo balear son el más claro ejemplo de reivindicación. Las mujeres en España prácticamente han triplicado su presencia en las carreras desde 2010. Las licencias de mujeres federadas en Balears se han duplicado en solo cinco años. De las 471 registradas en 2013, se pasó a 936 en 2017.

Algo parecido ocurrió con el ciclismo, de 70 a 119; la espeleología, de 82 a 179; o con el triatlón, de 135 a 203. En la natación el aumento también fue plausible, de 737 en 2013 se pasó a 1008 en 2017. “Quizás esté en un deporte aventajado en ese sentido. En 1978 entré a formar parte de este mundo y desde los inicios siempre he considerado que la natación ha sido un deporte muy paritario. Evidentemente ha habido un crecimiento en los últimos años, pero esa evolución ha ido a la par. En el año 2000 ya teníamos un equipo femenino muy potente”, subraya Sastre.

El auge del deporte femenino español llegó con la concesión de los Juegos Olímpicos a Barcelona y la puesta en marcha del Plan ADO (Ayuda al Deporte Olímpico). Balears fue de la mano. Los Juegos del 92 supusieron el despegue definitivo de las mujeres, tanto en número de representantes como en resultados. Antes, algunas osaron asomar la cabeza. En 1976, la nadadora mallorquina Antònia Real se convirtió en la deportista más joven de nuestro país en debutar y competir en unas Olimpiadas, tenía 13 años. Más de cuarenta años después, sigue ostentando dicho mérito.

Con solo 17, la manacorina Elena Gómez se proclamó campeona del mundo de suelo en los Mundiales de gimnasia artística de 2002. Por aquella época, Marga Fullana dominaba con autoridad el calendario de pruebas de ciclismo por montaña. La medallista olímpica en Sidney 2000 y cinco veces campeona del mundo elite, sigue demostrando a día de hoy que no tiene rival. El pasado mes de julio logró su cuarta corona entre las veteranas del pelotón.

Pioneras en estos lares, Sastre, Besné y Tamurejo son de las pocas mujeres en Mallorca que ostentan un cargo en las directivas de los diferentes clubes o federaciones de la isla. “El deporte se está normalizando porque va a la par y de la mano de la sociedad”, reconoce con orgullo Sastre. “Sí, pero sigue habiendo muy pocas mujeres en este tipo de cargos. Te diría que hasta nos tienen miedo”, se apresura sincera Dolors: “Y ya no solo eso, ¿qué mamá puede irse todo un fin de semana a cubrir un campeonato, como me he ido yo tantas veces?”. “Creo que a veces es más culpa nuestra, que nos creemos imprescindibles en lo que es nuestro entorno familiar. Nosotras nos hemos organizado ¿no? Si el niño se tenía que quedar con el papá, se quedaba”, asiente Tamurejo bajo la conformidad de sus compañeras. “Cierto. Yo he llevado a mi hijo a un partido y mientras el árbitro lo tenía en brazos, yo estaba lanzando tiros libres. Todo es organizarse”, apuntilla Besné.

Kathrine Switzer recibe a las corredoras del 261 Women’s Marathon celebrado en Palma.

Precisamente en los tiros libres lanzados por mujeres es donde se aprecia una sutil bajada en los últimos años. Resulta llamativo que el aumento de casi 4.000 federadas en la isla en los últimos cinco años no vaya de la mano del deporte que más chicas lo practican en Balears. De las 4092 fichas femeninas que ostentaba el baloncesto en 2013, se pasó en 2017 a 4017. Junto al tenis, de 755 a 737, es de los pocos deportes en que se puede apreciar un pequeño decrecimiento.

“Los roles han cambiado y hemos evolucionado. Tengo la sensación de que vamos a crecer en femenino. Me da la impresión que en lo masculino ya se ha tocado techo, todo lo que puede pasar a partir de ahora es ir para abajo, pero en lo femenino todavía quedan muchos pasos que dar”, resuelve Chus Tamurejo, consciente de todo el trabajo que queda por hacer con las mujeres en el fútbol.

El fútbol femenino lleva años compitiendo en numerosos campos, más allá de los deportivos. Un combate contra la falta de visibilidad que provoca el desinterés de los patrocinadores y que perpetúa desigualdades de recursos dedicados a los equipos masculinos y femeninos. Los clubes justifican la discriminación aludiendo al escaso reconocimiento social del fútbol entre mujeres. Pero las cifras se están encargando de rebatir este argumento.

“En la Federació de Futbol debemos tener unos 40.000 federados, solo algo más de 1000 son mujeres. Siempre hemos tenido que luchar contra el gigante masculino, siempre hemos estado a la sombra. Pero ahora no caben victimismos, estamos en auge y desde la realidad en la que vivimos intentamos hacerlo lo mejor posible”, argumenta Tamujero.

Y vaya si les ha ido bien. Ascenso del Collerense a Primera B, un Mundial sub’17 de la mano de Cata Coll o la representación de Virginia Torrecilla, Mariona Caldentey o Patricia Guijarro en la absoluta femenina son claros ejemplos de los continuos pasos que ha dado el deporte rey entre las mujeres en Balears.

Mujeres como Briggitte Yagüe, Nuria Llagostera, Marga Crespí, Melani Costa, Alba Torrens, María Perelló, Mavi García o Pakita Ruiz han dejado y siguen dejando el nombre de Balears en lo más alto del palmarés nacional e internacional. Sus pasos van de la mano de un crecimiento exponencial. La velocidad de cambio en el deporte que pratican las mujeres es una de las tendencias más apasionantes de la industria deportiva en estos momentos. Para los propietarios de los derechos se trata de una oportunidad para atraer a los aficionados de una manera diferente. “El freno que tiene el deporte practicado por mujeres es que ni la prensa, ni la televisión se ocupan de nosotros. Tenemos grandísimas deportistas, en Balears no digamos, pero no se nos hace caso. No existe ayuda económica, ni de medios”, se queja Dolors Besné.

Dar conciencia de su evolución y del crecimiento que han experimentado en los últimos años, es un paso. Aquí una pequeña aportación.

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