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Desde Inglaterra

Una historia de espías (I)

Fotograma de la película 'La espía roja' con Judi Dench (en en centro) como protagonista.

Hace unas semanas disfruté de Red Joan (La espía roja en España, creo) en mi cine preferido de Londres, que como no sale en las guías turísticas no les diré cuál es para que siga siendo "mi cine".

Red Joan es una fantástica película protagonizada por la espléndida Judi Dench. La cinta relata la historia de Joan, una mujer de ochenta años a la que los Servicios Secretos detienen al relacionarla con una trama de espionaje en Cambridge durante la II Guerra Mundial en la que se enviaron documentos confidenciales a los rusos, a Stalin. A los jodidos enemigos.

Joan nunca existió pero su historia sí que es real, y desconocida. Su relato, contado a través del personaje ficticio de Joan Stanley, está íntimamente relacionado con los observadores de Cambridge que fueron reclutados por simpatizantes soviéticos en la universidad ya que probablemente alcanzarían altos cargos en el gobierno británico —eso es lo malo de ir a Cambridge (!).

Melita Norwood, conocida como 'Hola' por los rusos, fue una inglesa que trabajó en la Asociación de Investigación de Metales No Ferrosos, aunque dicha organización estaba desarrollando armas nucleares. De pie en su jardín urbano, una jubilada de 87 años, Melita, leyó una hoja de papel mientras miraba atentamente a una cámara confesando que ni era una espía ni había traicionado a su país pero sí que había ayudado a los rusos. "Hice lo que hice no para ganar dinero, pero quería que Inglaterra estuviera en igualdad de condiciones con un país con otro sistema [la Rusia comunista] que, a un alto precio, ofrecía alimentos, un techo, educacion y sanidad a la gente común", dijo a los periodistas.

Melita trabajaba como secretaria y se colaba en la oficina de su jefe para fotografíar documentos confidenciales que pasaba a su contacto en la KGB. Gracias a Norwood, los rusos avanzaron dos años en su programa de armas nucleares. Irónicamente, Melita era muy crítica con las bombas nucleares y tenía pegatinas a favor del desarme en su ventana. Más irónicamente aún, mientras esta jovencita ayudaba a los rusos en Cambridge, en Bletchley Park, Turing se devanaba los sesos para descifrar la máquina Enigma.

La abuelita espía escapó de la captura en varías ocasiones; siendo la más notable cuando se descubrió otra red de infiltrados en el Sud-Este londinense en 1937. Esta banda era dirigida por Percy Glading, cofundador del Partido Comunista Británico, y fue capturado por los Servicios Secretos, el MI5. En su cuaderno, Glading anotó el nombre clave de Norwood varias veces. Fue ese arresto que la conectó con los de Cambridge. El M15 intentó averiguar la identidad de 'Hola' pero no lo consiguió hasta los noventa.

Tanto Norwood como los informadores de la universidad fueron capturados debido al ruso Vasili Mitrokhin, quien trabajó como archivista en la sede de inteligencia extranjera de la KGB. Durante 12 años, Mitrokhin contrabandeaba copias manuscritas de los archivos y las escondía en su casa de campo en las afueras de Moscú. Después de la caída de la Unión Soviética, su historia no convenció al personal de la embajada estadounidense, pero pudo reunirse con representantes del MI5 que sí compraron su historia.

Guy Burgess, Donald Maclean, John Cairncross, Anthony Blunt y Kim Philby eran un grupo de estudiantes de Cambridge que comenzaron a espiar para la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial. Los documentos de Mitrokhin trazaban perfiles detallados, y con frecuencia críticos, de los cinco hombres. En los primeros seis meses de 1945, Burgess entregó 369 archivos de alto secreto a los rusos, pero le gustaba darle a la botella; una vez, saliendo de un pub, le cayeron los archivos de contrabando. Maclean tampoco era muy bueno guardando secretos: estando borracho, contó a su hermano y a su novia lo que estaba haciendo. Kim Philby es a menudo considerado como el agente doble más famoso de Gran Bretaña pero estos documentos revelan que los rusos valoraban mucho más a una secretaria llamada Melita Norwood, para nosotros Joan, a quien se le otorgó una pensión de por vida en 1962 en reconocimiento a su "larga y fructuosa labor".

[Continuará, en una semana...]

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