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Oblicuidad

Las niñas quieren ser sus propias jefas

Las niñas quieren ser sus propias jefas

La muy publicitada encuesta infantil de Adecco, bajo el epígrafe "¿Qué quieres ser de mayor?", muestra a las clases inferiores en edad muy desconectadas de la realidad circundante. Es su única esperanza de salvación. La interpretación de los datos avala el zigzagueo habitual en la confección de la opinión pública. Por ejemplo, la profesión favorita entre los niños es "futbolista", en tanto que las niñas se decantan por llegar a "profesora". Más allá de la ponderación jerárquica o asultanada de la elección, este dato indica que las futuras docentes llegarán a dicho trabajo como una realización. En cambio, para los enseñantes del mañana, el aula será un desconsolador premio de consolación por haber fracasado con el balón. Es innecesario precisar quién ofrecerá un mejor rendimiento.

El dato más abombado de la encuesta destaca que para la mayoría de niños y niñas, hasta un 51 por ciento, las tareas domésticas siguen siendo competencia exclusiva de "mamá". Sin embargo, la proliferación del fantasma de la continuidad sexista convive con una visión menos desesperante. Hasta un 48 por ciento de los menores encuestados consideran que el mantenimiento del hogar es cosa de dos, o de "papá" en un minúsculo rescoldo.

La orientación profesional de la encuesta únicamente resulta tranquilizadora para el fútbol español, que dispone del pool genético más ventajoso. Nin un solo niño dejará de dedicarse profesionalmente a cocear un balón, si se le ofrece una mínima oportunidad. El estudio carece de pretensiones definitivas, porque ninguno de los sondeados avizora un futuro como "político corrupto", categoría de honda raigambre y futuro tentador por prometedor.

A menudo, esos aliados llamados pesimismo y pereza distorsionan el análisis hacia la perpetuación de los estereotipos. La encuesta no describe un cambio revolucionario de comportamientos y etiquetados. Sin embargo, con algún ahínco se detectan cambios sustanciales. En el apartado de la designación del jefe ideal, los niños solo eligen a hombres y muestran preferencia por los futbolistas de rigor. Las niñas son más variadas y, sobre todo, superan a los varones en el porcentaje de quienes desean ser sus propias jefas.

La cuota de mujeres con voluntad de independencia no pasa de moderada, pero ese siete por ciento posee una innegable capacidad de arrastre y se distancia de la docilidad de los futuros futbolistas fracasados. No se ha conseguido la igualdad, pero se ha instalado el trampolín ideal para lograrla.

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