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Tres Semanas Santas que no envidian a la de Sevilla (I)

Mantillas en la procesión. carlos castro

La Semana Santa en Andalucía es una mezcla de incienso y azahar, del canto de una saeta solitaria o el silencio de una multitud, de las luces de los cirios, el colorido de las túnicas de los nazarenos y la música de las bandas de tambores y cornetas. Semana Santa en Andalucía es sentir la emoción de la tradicional madrugá de Sevilla; vivir la pasión con el ´El Time WarpCautivo´ de Málaga; ir tras el paso del Cristo de los Gitanos en las colinas del Sacromonte de Granada; ser testigo de la solemnidad del Viernes Santo con el ´Santo Encierro´ en Huelva; presenciar la salida de ´El Abuelo´ la madrugada del Viernes Santo desde la Catedral de Jaén; sentir la pasión y entrega de los cofrades y hermandades de Cádiz; recorrer las calles de Córdoba entre sus silencios, el canto de una saeta, el sonar de las campanillas del capataz... o ser testigos de excepción de los encuentros de las hermandades de Almería.Todo eso es Andalucía. Todo eso es Semana Santa. Pero en esta tierra hay también otras Semanas Santas menos conocidas, pero no menos emocionantes, más recogidas, menos multitudinarias, más humildes, más íntimas... tal vez más auténticas.

Vélez-Málaga

La Semana Santa de Vélez-Málaga tiene algunas peculiaridades que la hacen distinta. Aquí las procesiones son lentas, los tronos se mecen de forma pausada, paso corto, paso lateral veleño, exportado a otros lugares de la provincia e incluso a la capital por la elegancia y la sobriedad que imprime al trono esta forma de andar; preside la apertura de los desfiles procesionales una bandera, no siempre la cruz de guía y los pasos reanudan su andar con cuatro toques de campana que se dan para que el trono inicie de nuevo su andadura; primero se llama a los portadores, después, dos toques para que metan el hombro bajo los varales, otro para levantar y el último para iniciar el paso. Es entonces cuando los "horquilleros" inician el camino y los "penitentes" nazarenos, los mandas y promesas acompañan a sus santos titulares, mientras por el camino reparten peladillas a los niños.Vélez-Málaga tiene una peculiar Semana Santa en la que se conjugan grandezas de capital con encantos propios de un pueblo. De esa conjunción que hace no saber si estamos ante una ciudad pequeña o un pueblo grande, nace la magnificencia de unos desfiles procesionales que sorprenden, calan y consiguen emocionar al espectador. Estrechas calles por las que transitan tronos de hasta ocho varales entre edificios de popular arquitectura. Refundada y reformulada en tiempos de posguerra por la práctica desaparición de su patrimonio en la contienda civil, la Semana Santa de Vélez-Málaga alcanza hoy su punto álgido, pues no hay otra forma de entender que se aglutinen en la ciudad diecinueve cofradías de Pasión que procesionan veintisiete tronos en sus desfiles oficiales. Obras de Duarte, de Domingo Sánchez Mesa, de Guzmán Bejarano y Pérez Hidalgo o de los hermanos Caballero.Aunque cada día y cada cofradía ofrece alguna sorpresa en el adorno de las flores, en las velas, en la música, una singularidad propia de la tradición cofrade sucede el Sábado de Pasión con el Desfile de Tronillos: una procesión de miles de niños y niñas portando pequeños tronos realizados por ellos mismos en los que no faltan cortejos, enseres o desfiles, haciendo de las vísperas de la Semana Santa un día de ilusión para los más pequeños, y la emoción para mayores y visitantes.Mención aparte merece el Museo de la Semana Santa de Vélez-Málaga, en la iglesia de Santa María de la Encarnación, un equipamiento cultural municipal que ha logrado un admirable equilibrio entre el tradicional mundo de la Semana Santa y la museografía actual, convirtiéndolo en un centro de referencia de la interpretación de Vélez-Málaga. Su principal objetivo es acercar al público de todas las edades los aspectos más espectaculares y llamativos de esta celebración cristiana, llena de matices, sensaciones y sentimientos.Conocer la Semana Santa de Vélez-Málaga es recomendable y además el visitante agradecerá descubrir una ciudad que pone todo su interés en configurar una impresionante puesta en escena de su tradición mas singular. Naturalmente hay que encontrar tiempo de disfrutar el típico ajobacalao, un delicioso plato que se elabora fundamentalmente en Cuaresma y Semana Santa y que solo se realiza aquí. Pero también hay otros platos típicos de esta época como las tortas de bacalao con miel; los maimones, hechos con ajo frito y pan remojado; las migas; la sopa cachorreña...

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