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Terceira, la isla donde la fantasía se hace realidad

Las Azores son un lugar especial para ver a cetáceos de cerca. Carmen Cespedosa

Si Julio Verne viviera y quisiera editar la segunda parte de su Viaje al centro de la tierra probablemente no encontraría un mejor inicio para la aventura del profesor Otto Lidenbrock y su sobrino Axel que la boca de Algar do Carvão una de las muchas cicatrices volcánicas de la isla Terceira en Azores. Y si Herman Melville se animara a escribir Moby-Dick 2 y botara de nuevo el barco ballenero Pequod, comandado por el capitán Ahab, disfrutaría en las aguas de Terceira navegando entre delfines, ballenas y cachalotes.

Terceira forma parte del grupo central de islas que constituyen el archipiélago de las Azores. Fue la tercera en ser descubierta -de ahí su nombre- y la tercera en extensión, pero bien podría ser considerada la primeira en encanto, en dura competencia con Sáo Jorge, la más grande y donde se encuentra la capital. En sus 30 kilómetros de ancho y 17 de ancho se suceden ciudades sembradas de palacios, iglesias, conventos y casas con fachadas en todos los tonos pastel, grandes prados separados por kilómetros de vallas de piedra volcánica donde pastan ordenadamente las vacas (tres por cada habitante), fortalezas que defendieron el territorio frente a los corsarios, acantilados vertiginosos, pequeñas playas solitarias, enormes setos de hortensias y criptomerias, grutas que penetran en la tierra y recuerdan su origen telúrico...

Una de esas entradas "al centro de la tierra" es Algar do Carvão, la mayor atracción geológica del centro de Terceira, una chimenea volcánica de 90 metros de profundidad, formada hace 3200 años debido al drenaje del magma del conducto principal. Dentro de la cueva declarada Reserva Natural Geológica y Monumento Natural Regional, hay distintos niveles, con estalactitas de lava, bóvedas geológicas colosales e incluso un apacible lago cuyas aguas nunca han visto la luz del sol. Pero sin duda lo más espectacular es la entrada, cubierta de helechos, líquenes y otra flora endémica exuberante, con la luz del exterior filtrándose y cayendo algunas gotas de agua acumulada en las plantas. Una auténtica experiencia visual y emocional.

No es la única gruta visitable en Terceira, a poca distancia -todo aquí está a poca distancia-se llega a la Gruta do Natal, llamada así porque se abrió al público celebrando una misa el día de Navidad, que hay que recorrer con casco y donde a lo largo de 700 metros se pueden observar lavas fluidas, hoy solidificadas, que corrieron en diferentes direcciones, formando varios túneles, ramificaciones, estafilitos y pequeños volcanes laterales. Un poco más adelante se distinguen a la vista y al olfato las fumarolas de sulfuro de Furnas do Enxofre, localizadas casi en el centro geográfico de la isla a 600 metros por encima del nivel del mar, un espectáculo casi místico despidiendo vapor por los numerosos manantiales haciendo espirales que finalmente se evaporan en silencio.

Las aguas que rodean a las Azores, están en el Top 10 mundial para el avistamiento de cetáceos y son actualmente uno de los mayores santuarios de ballenas del mundo. Entre especies residentes y migratorias, comunes o poco comunes, se avistan aquí 24 tipos diferentes de cetáceos, un tercio del total de las especies existentes, en un ecosistema de características únicas. Desde tiempos inmemoriales, las Azores han sido un auténtico santuario para multitud de especies de cetáceos, que atraviesan sus aguas durante sus migraciones a otras latitudes, y algunas de ellas han elegido estas aguas como lugar de residencia permanente. Esta circunstancia originó una importante industria ballenera en el archipiélago que se desarrolló hasta hace tan sólo unas décadas, por lo que no es de extrañar que en São Mateus, una de las pedanías de Terceira con mayor tradición pesquera, todavía se conserven algunas huellas de la antigua Fábrica de la Ballena que hubo allí tiempo atrás.

Y de animales marinos a los terrestres. Ya se ha mencionado que esta es tierra de vacas y dicen que hay tres por cada habitante, naturalmente también es tierra de buena leche y de suaves quesos. Pero también es tierra de toros; en el centro de la capital de la isla, Angra do Heroismo, hay un gigantesco monumento con tres toros, justo al lado de la plaza donde se torean, aunque no se matan. Pero lo característico de esta isla es su particular "San Fermín" que causaría envidia a Jake Barnes, el protagonista de la célebre Fiesta de Hemingway, de la que ahora se cumplen 90 años de su publicación.

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