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Análisis

Después del 24-M: España ante una nueva encrucijada

Un catedrático de Derecho Constitucional, un profesor de Historia Contemporánea y un sociólogo debaten sobre la situación política por la que atraviesa España

Demasiadas veces los acontecimientos que marcan decisivamente la historia adquieren un sesgo cíclico: tienden a repetirse en algunos de sus aspectos esenciales. Puede que ahora, tras lo sucedido en las elecciones del 24 de mayo, estemos asistiendo a una secuencia, que tendrá su punto culminante en las elecciones generales de final de año, ya experimentada en la moderna historia de España. 1898, 1917 y 1933 son las tres fechas que evoca el profesor de Historia Contemporánera de la UIB, Antoni Marimón, como referentes en los que bucear para tratar de escudriñar hacia dónde puede conducirnos el proceso iniciado el 24 de mayo, aunque probablemente haya que retrotraerse cuatro años antes, al momento en que eclosiona el Movimiento del 15-M. También el catedrático de Derecho Constitucional, Joan Oliver Araujo, entiende que se está a las puertas de un cambio sustancial del mapa político español, opinión compartida, en lo esencial, por el sociólogo Andreu Grimalt, quien, sin embargo, no se atreve todavía a dar por enterrado el sistema bipartidista establecido por el régimen constitucional de 1978. Los tres, a partir del relato que esboza Marimón, se extienden en analizar las coincidencias y diferencias que el momento presente tiene con estas convulsas épocas de la vida política, social e institucional de España, además de aventurarse a pronosticar, con toda clase de cautelas, qué puede surgir de las cercanas elecciones generales.

El profesor Marimón enuncia "cuatro momentos históricos" que supusieron o bien un cambio de régimen o, al menos, "una profunda reordenación del mapa político". Precisa que en 1898, año en el que España pierde los restos de su imperio colonial: Cuba, Filipinas, Guam y Puerto Rico, se derrumba el sistema de la Restauración edificado por el dirigente conservador Antonio Cánovas del Castillo, en connivencia con el liberal Práxedes Mateo Sagasta. Es el momento en el que irrumpe en España el republicanismo, que pasa de disponer de un solo diputado en las Cortes en 1896 a contar con 36 en 1903. Además, también hace acto de presencia el regionalismo, que derivará en el posterior nacionalismo catalán y vasco. Grimalt destaca esta emergencia señalando, en coincidencia con Marimón, que desde 2008 se inicia el actual deterioro que está propulsando a Podemos, el nuevo partido que trastoca el presente esquema institucional. Otro momento del siglo XX que guarda similitudes con lo se está viviendo es el de la crisis de 1917, a partir de la cual definitivamente deja de funcionar el esquema bipartidista de la Restauración, el turno de partidos entre conservadores y liberales. "Desde entonces ya nada volverá a ser igual -dice Marimón-, porque los gobiernos que se forman son de concentración", la fórmula que ha demandado Esperanza Aguirre para, en Madrid, cerrar el paso a Manuela Carmena. 1917 es el año en el que el crecimiento del PSOE se hace imparable, al igual que en 2015 se está viviendo la eclosión de Podemos y la aparición de Ciudadanos. 1898-1917 desembocan en el 14 de abril de 1931, en la proclamación de la Segunda República, para, dos años después, salir a escena la Confederación Española de Derechas Autónomas, la CEDA, tal vez, según Marimón, el trasunto de lo que hoy sucede con la irrupción de Ciudadanos. Otro paralelismo que no hay que descartar: las conjunciones republicano-socialistas, que desembocan en la República, guardan alguna similitud con los pactos en ciernes entre PSOE y Podemos. Es el dibujo del posterior frente popular que hoy aventan determinados sectores de la derecha para descalificar el posible pacto entre el partido socialista y el de Pablo Iglesias.

1982, hundimiento de UCD

El postrer momento histórico con el que establecer similitudes es mucho más reciente: 1982, año en el que llega la espectacular victoria electoral del PSOE de Felipe González, que obtiene 202 diputados, y el paralelo derrumbe de UCD, que abre la puerta a la derecha de AP, el referente del actual PP. Destaca Marimón que "la hegemonía de los populares," que empieza a fraguarse hacia mediados de la década de los ochenta, "ha durado mucho". En 2015 el PP corre el peligro de que le suceda lo que le aconteció a UCD en 1982. Grimalt no se atreve a pronosticarlo taxativamente, pero reconoce que el momento para el partido gobernante es especialmente delicado.

La presunta "ucedeización" del PP no es un desenlace que cotice excesivamente en el análisis de Marimón, Oliver Araujo y Grimalt, fundamentalmente porque, al menos de momento, no le conceden a Ciudadanos la capacidad de sustituir al PP como partido mayoritario de la derecha. Los tres destacan que los acontecimientos que se vienen sucediendo hacen que existan muchos paralelismos con la época de la Transición. "Existe -dicen al unísono- la ilusión entre los ciudadanos de crear algo nuevo, es una demanda que va de abajo arriba, incluida la de la gente que ha votado a PP y PSOE, que también demanda cambios profundos, que esos dos partidos dejen de una vez por todas de patrimonializar las instituciones". En el caso de que no lo hagan el diagnóstico de Marimón es el de que "se tambalearán en las próximas elecciones".

Grimalt estima que lo sucedido en las grandes ciudades, especialmente en Madrid y Barcelona, es muy significativo, aunque matiza que se hace "muy difícil" aventurar lo que ocurrirá en noviembre. Se pregunta si el PP conseguirá "reactivar" a sus votantes, aunque sí da por hecho que surgirá "un parlamento con cuatro partidos" entre los que "no habrá diferencias significativas". Al pedirle que afine un poco más el pronóstico opina que el primer partido seguirá siendo el PP, con un empate entre Podemos y PSOE y en cuarto lugar Ciudadanos, pero insiste en que entre los cuatro las diferencias en número de escaños serán escasas. "Resultará muy complicado gestionar", afirma, añadiendo que "para el PSOE será difícil resistir las presiones que le llegarán de Europa para que forme con el PP un gobierno de salvación nacional". "Si lo hace -sentencia- será el final del partido socialista, acabará como el PASOK en Grecia".

Marimón reitera la tesis: "la alianza del PSOE con el PP inevitablemente supondría la muerte del primero, porque, a diferencia de otros países europeos, como es el caso de Alemania, donde la socialdemocracia puede aliarse con la derecha sin que padezca un descalabro electoral, en España el PP es el directo heredero de AP, quien, a su vez, lo fue del franquismo". "En el imaginario de la izquierda está percepción está profundamente instalada y ahora, además, está muy activada, con lo que el pacto entre populares y socialistas es prácticamente imposible para estos últimos, salvo que decidan suicidarse", afirma tajantemente. "España no es Alemania", destaca el profesor de Historia Contemporánea.

Entonces, con qué escenarios nos podemos topar tras las elecciones generales. Marimón opina que "persistirán los nacionalismos", añadiendo que "el Congreso de los Diputados será mucho más plural, se parecerá al parlamentarismo existente en los años de la Segunda República". Grimalt está de acuerdo, aunque opina que "en la sociedad española hay mucha más madurez que entonces". Ambos, también Oliver Araujo, ponen en evidencia una notabilísima diferencia con la azarosa política española anterior a la Transición: "las Fuerzas Armadas han dejadado de constituir el perenne problema que España no podía resolver".

¿Quién está llamado a ser el próximo presidente del Gobierno? Andreu Grimalt descarta al actual jefe del Ejecutivo, a Mariano Rajoy, al tiempo que se declara "incapaz" de apostar por Pedro Sánchez o Pablo Iglesias. Antoni Marimón tampoco apuesta por Iglesias o Sánchez, aunque coincide con el sociólogo en dar por amortizado a Rajoy. Joan Oliver Araujo discrepa de sus dos contertulios: "Pablo Iglesias se topa con un gran problema para ser presidente, que no es otro que el veto de los poderes económicos, que no van a permitir que entre en la Moncloa", opina. Entre Sánchez y Rajoy, se decanta por el primero, en el caso de que se repartan los votos, aunque también alude a los "pobres" resultados obtenidos por los socialistas en las municipales y autonómicas del 24 de mayo. "Hay que destacar -concede el catedrático de Derecho Constitucional- el proceso ideológico que en apenas un año ha protagonizado Pablo Iglesias, que ha pasado del troskismo a la socialdemocracia, lo que constituye una evolución muy interesante e importante".

A partir de aquí, Joan Oliver Araujo, retomando lo dicho inicialmente por el profesor Marimón, recuerda que la Constitución de 1876, la que posibilita la Restauración, propició casi medio siglo de una cierta estabilidad, que acaba con la dictadura, en 1923, del general Miguel Primo de Rivera,; aunque, en realidad, concluye mucho antes, concretamente en 1902 al morir Sagasta. Cánovas había sido asesinado cinco años antes. "Fue la inercia -dice- lo que posibilitó que el sistema se prolongará hasta la década de los veinte, básicamente debido al entramado de intereses estableciendo". "Ahora pasa un poco lo mismo -prosigue-: se ha llegado a un grado de deterioro que hace muy difícil la continuidad, que es lo que hemos vivido estos años, con un Senado que no pasa de ser un lugar en el que toman asiento los cadáveres políticos de los partidos, con un poder judicial al que se llega por la conexiones partidistas y no por méritos, es un estado de cosas que no puede seguir mucho tiempo, que es lo que le sucedió al sistema institucional creado por la Restauración canovista". El catedrático de Derecho Constitucional de la UIB, aunque no piensa que la monarquía vaya a ser cuestionada a corto plazo, sí afirma que "las nuevas generaciones no aceptan a la corona porque sí, sin más".

Proceso constituyente

Resalta el éxito electoral que han tenido en las grandes ciudades, especialmente en Madrid y Barcelona, las "plataformas populares", poniendo en evidencia el mérito que le corresponde a Podemos y la emergencia de Ciudadanos, actores indispensables del próximo futuro. ¿Resistirá el régimen constitucional del 78? Oliver Araujo dice que "si se reforma a fondo, empezando por la ley electoral y siguiendo por otras de mucho calado, entre las que hay que incluir la de la estructura del Estado, puede ir más allá". "En caso contrario -sigue diciendo-, en poco tiempo quedará condenado". "La Constitución requiere bisturí, entrar a fondo para reformar y cambiar todo lo que se tenga que cambiar y reformar, que no es poca cosa", opina. El catedrático de Derecho Constitucional habla de iniciar un "proceso constituyente y, a la vez, constituido"; es decir, partir de la actual norma básica para, desde la misma, entrar, de hecho, en un período constituyente, algo similar a lo que se llevó a cabo en la Transición.

Ese proceso ha de estar protagonizado por los "cuatro grandes actores del momento", que no son otros que PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos, acompañados, según Oliver Araujo, de los partidos nacionalistas, imprescindibles para conseguir una nueva institucionalización de España. "Tal como estamos no podemos seguir", afirma tajantemente. Grimat interviene para decir que tiene "serias dudas" de que pueda hallarse el consenso necesario para abrir un proceso constituyente como el descrito, mientras que Antoni Marimón se declara "moderadamente optimista", porque estima que "es imprescindible acometer la reforma del Estado", asunto en el que incide Oliver Araujo asegurando que "es imprescindible resolver la cuestión de Cataluña y País Vasco". ¿Cómo? No hay respuesta nítida por parte de ninguno de los tres. Hablan de una posible "apuesta confederal", aunque todo queda en el aire. Oliver Araujo resalta que las diferencias parecen insalvables entre PP y Podemos a la hora de abordar un proceso constituyente, aunque concede que "muchas veces a la fuerza ahorcan".

¿Armengol o Barceló?

El resultado de las elecciones en la Comunidad Autónoma balear han dibujado una cámara legislativa en la que por primera vez los partidos de la izquierda disponen de una holgada matoría absoluta, al igual que en los cuatro consells insulares y en todos los ayuntamientos importantes, incluidas las tres capitales. Es una situació inédita. Nueva. La gestión de la misma se presenta compleja, debido a que las tres fuerzas políticas que la protagonizan, PSOE, Podemos y Més, tienen intereses contrapuestos. Un dato esencial lo constituye saber quién presidirá el Gobierno balear, cargo institucional para el que hay dos aspirantes: la secretaria general de los socialistas Francina Armengol y el dirigente de Més Biel Barceló.

Antoni Marimón le concede más posibilidades a Barceló, al haber establecido un bloque de 19 diputados junto a Podemos. También Andreu Grimalt se decanta por el líder de Més, porque, además de disponer del apoyo explícito de Podemos, "moralmente" tiene más chance que la de Armengol, que viene de perder diputados en las elecciones, aunque el sociólogo reconoce que el no disponer de representación en las Pitiusas condiciona su candidatura. Discrepa de ambos Joan Oliver Araujo, dado que "el PSOE es el partido que ha obtenido más votos en las cuatro islas y es el que más diputados tiene entre los partidos que pactan".

En lo que no hay discrepancias es a la hora de destacar que "la lengua catalana y las señas de identidad se han salvado tras el resultado de las elecciones, porque la reculada que ha sufrido el anticatalanismo ha sido muy importante". Marimón incluso ve la posibilidad de que el PP se refunde "en clave regionalista". Grimalt, por su parte, opina que es necesario que quienes van a formar parte de las mayorías de gobierno "saquen la lengua del debate político".

Concluyen resaltando los resultados electorales habidos en Palma y otras ciudades de las Balears. Sobre Ciutat se fijan en el hecho de que entre los tres partidos de la izquierda las diferencias en Cort son muy reducidas, de apenas un concejal. Ese dato, similar al que se ha producido en otras grandes ciudades españolas, es el que les lleva a manifestar su creencia de que el mapa político español y balear está en proceso de acelereda recomposición. Hasta dónde llegará. Eso es algo que por el momento es impredecible. Habrá cambios, sin duda, y de envergadura, pero cuál será su dimensión todavía está por ver. Noviembre seguramente marcará la pauta.

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