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De la "revolución desde arriba" al "Maura no"

De la "revolución desde arriba" al "Maura no"

Antonio Maura nació en Palma el 2 de mayo de 1853 falleciendo en su finca de Torrelodones, en Madrid, el 13 de diciembre de 1925. En 1881 fue elegido por primera vez diputado a Cortes por Mallorca. Su cuñado, Germán Gamazo, proveniente de una conocida familia de políticos, lo había introducido en los ambientes madrileños, en los que como abogado se desenvolvió rápidamente con gran maestría, después de superar, gracias a un intensivo aprendizaje, las burlas que tuvo que soportar por su marcado acento, ya que su lengua materna era el mallorquín. Rápidamente Antonio Maura inició su ascenso a la cúspide de la política de la Restauración, siendo nombrado ministro de Ultramar en 1892, año del nacimiento del general Franco. En 1895 ocupó la cartera de Gracia y Justicia en uno de los gobiernos del liberal Práxedes Mateo Sagasta.

Antonio Maura encabezaba la facción denominada Gamacista, tras la muerte de su cuñado, acaecida en 1901, y fue entonces cuando pronunció, en Madrid, el discurso más fundamental de su carrera política, que ha pasado a la posteridad como el de "la revolución desde arriba", preconizando que fuesen las élites quienes llevasen a cabo las profundas reformas políticas, económicas y sociales que el sistema de la Restauración canovista necesitaba con urgencia. En 1902 se hace cargo del ministerio de la Gobernación desde el que creó el Instituto de Reformas Sociales y el Instituto Nacional de Previsión. Como ministro de la Gobernación controló las elecciones de 1903, según la mayoría de historiadores las más limpias de la historia de España hasta aquel momento. Pero la congénita inestabilidad de la vida política española hizo que el Gobierno que presidía Silvela y el de su sucesor, Raimundo Fernández Villaverde, cayeran en pocos meses, lo que llevó a Antonio Maura por primera vez a la presidencia del Consejo de Ministros, en la que se mantuvo un año, mucho tiempo para los usos de entonces. En 1907 vuelve a ocupar la presidencia del Gobierno. A este Ejecutivo se le conoció como "el gobierno largo de Maura", pese a que apenas duró dos años. En 1909 estalló la Semana Trágica en Barcelona, a raíz de la guerra que se estaba librando en Marruecos, la que, tras el desastre del conocido como Barranco del Lobo, en Melilla, y la obligación de la incorporación a filas de los reservistas, provocaron los disturbios y la violentísima represión que se organizó para controlarlos, de la que Antonio Maura se tuvo que responsabilizar.

Lo sucedido, incluido el fusilamiento de Ferrer Guardia, que no había tenido una participación directa en los sucesos, hizo que en España y Europa se organizase una campaña contraria a Maura, en la que el "Maura no" era el eslogan que sus adversarios coreaban insistentemente. Maura le presentó al rey Alfonso XIII una petición para que le renovara la confianza, pero el monarca, muy aficionado al "borboneo", decidió dejarlo caer haciendo un público elogio de su patriotismo y aceptando una dimisión que Maura en ningún momento le había presentado. La decisión del bisabuelo de Felipe VI hizo imposible el proyecto maurista de la "revolución desde arriba" con funestas consecuencias para el sistema político imperante.

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