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El naufragio, la libertad y la realidad del esclavo

A mediados del siglo XVI esclavos libres se organizan en la República de Zambos, un icono que topó con la Hacienda

El naufragio, la libertad y la realidad del esclavo

En octubre de 1553 un barco español cargado de mercancías y 23 esclavos que recorría la ruta entre Panamá y el Perú, naufraga frente a las costas de la provincia de Esmeraldas, al noroeste del Ecuador (en aquellos momentos Reino de Quito). Los que logran salvarse se escapan tierra adentro para fundar la denominada República de Zambos, la primera organización política de hombres negros libres en América, establecida a partir de lo que se denominaba un quilombo o palenque. Los afrodescendientes aún recuerdan el nombre de Alonso Illescas (apellido impuesto en Sevilla por su amo), el artífice de un sueño que después, con la llegada de los Jesuitas, se tornaría en pesadilla, como en el resto del norte ecuatoriano.

De ella no se salvaron tampoco los afrochoteños, llegados tradicionalmente de la costa occidental africana (Congo y Angola), vía Cartagena de Indias (Colombia). Los Jesuitas, que primero esclavizaron a la población indígena, pronto vieron los beneficios y la mayor resistencia (física y contra las enfermedades europeas) de la mano de obra negra, para cultivar el algodón o la caña de azúcar de sus Haciendas. En el momento de su expulsión en 1767, los religiosos contaban con ocho haciendas en el Valle del Chota, siendo la de Concepción la que aglutinaba a un mayor número de ellos, 302. Pero los complejos cañeros jesuitas, lejos de cerrarse, pasaron a manos de los Dominicos y los terratenientes locales, que siguieron explotando a la población.

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