Era Monago un sujeto
despiadadamente abrupto,
sobre todo si tenía
que opinar de algún corrupto
Y nada de ética débil
ni de opciones mercenarias,
hasta que cogió un avión
y se plantó en las Canarias.
Desprovisto de prudencia
y de pasión genuflexo,
descubrió Monago amor
y también algo de sexo;
la lástima sobrevino
al descubrirse el ultraje
de que habíamos pagado
casi todos sus viajes.
Qué sensación da
que te quieran atrapar.
¡Es horrible!