"Sin intoxicaciones, la vida podría durar hasta los 110 años", explica el doctor mallorquín José Tomás Monserrat. En este contexto, la jubilación a los 65 prevista con carácter general en la ley de la Seguridad Social comienza, para algunos, a ser prematura.

"Puede que sea el único que a los 90 años sigue cotizando", apunta Antoni Fontanet, presidente del grupo Fontanet, administrador único de varias sociedades y responsable de más de tres centenares de trabajadores, que despacha "prácticamente a diario" con sus directores y apoderados. "Si alguien ha trabajado 40 o 45 años, está cansado y quiere vivir el tiempo que queda, tiene derecho", explica, aunque a él jamás se le ha pasado por la cabeza. "Mientras me encuentre bien no lo voy a dejar. Me lo paso bien y quiero estar, aunque a veces me digo que ya no sirvo para nada", admite el empresario, con sucesión ya planeada que se niega a desvelar.

Su carrera en el mundo de los negocios comenzó con una fábrica de harina en Felanitx. Después llegarían los piensos y animales, las cementeras o el Café Rico. Pese al boom del turismo, no tuvo dudas sobre su negocio. "Siempre pensé que había acertado. Si lo haces con calidad y a un precio justo, la comida nunca pasa de moda", señala.

Tal vez por eso, los negocios nunca le han quitado el sueño. Ni siquiera en los albores de Prilac, cuando "no se habían hecho las cuentas claras". Ni tan solo ahora, con un sector agrícola en peligro y la necesidad de trasladar Harinas de Mallorca del puerto de Palma, donde pronto expira su concesión, al polígono de Son Morro.

Frente a una juventud "que lo ha tenido todo demasiado fácil y se encuentra ahora con un piso que no puede pagar porque no ha pensado que podían venir mal dadas", defiende la experiencia que concede la edad. "Tienes más idea de lo que puede pasar, lo que no quiere decir que aciertes siempre", apostilla Fontanet.Las críticas a Alberto Oliart, elegido a los 81 años para presidir RTVE, son a su juicio del todo injustas.

"Parece que no es verdad que con la edad se mueran muchísimas neuronas a diario. A partir de las 80 años la gente puede estudiar idiomas o aprender a nadar, sólo que tendrá más dificultades de visión o de oído", suscribe el doctor Monserrat. En su consulta en el centro de Palma, el psiquiatra y ex presidente de la Real Acadèmia de Medicina de Balears sigue pasando consulta, realizando peritajes contra la Seguridad Social, escribiendo libros como Del miedo a la sumisión. Medicina y Santo Oficio en Mallorca, recientemente publicado, y ejerciendo de bibliotecario en el Col·legi de Metges. "Seguiré mientras tenga ilusión", apunta.

Las ventajas de la edad pasan en su ámbito por la economía. "El joven, porque tiene poca experiencia y poca seguridad, se quiere cubrir las espaldas y pide más pruebas, pero son complementarias. Lo definitivo es escuchar al paciente. Así se ahorran muchas radiografías", asegura.

Las claves de la agerasia, o vejez sin dolencias, radican, como pregona el tango, por gozar de salud, dinero y amor. "Hace falta una salud relativa, algo de dinerito que nos dé seguridad y tener a quien nos cuide gratis et amore", apunta. También la genética juega un papel protagonista. "Parece que llevan ventaja los que tienen los ojos azules", adelanta. En su caso, defiende una jubilación a la carta, "aunque la tendencia es a cotizar cada vez más".

Teresa Rattier se propone el retiro a los 80. A los 22 años, se erigió en "una de las primeras empresarias de Mallorca", con un negocio de barcos. Ahora, con 77, dirige la Federació d´Associacions de Gent Gran de Palma, que reúne 64 clubes y acoge a 60.000 personas. "No mucha gente quiere ocupar mi puesto", explica la presidenta, quien encuentra pocas ventajas a la edad y sólo sigue al pie del cañón "para devolver a la sociedad la ayuda que he recibido".

Joan Fageda, en cambio, considera que "la edad no es un obstáculo para nada". Quien fuera alcalde de Palma durante doce años consecutivos, preside, con 72 años, la comisión de suplicatorios del Senado. "Puede que en el Ejecutivo haga falta gente más joven, pero los mayores son necesarios en organización, planificación y dirección", sostiene. La polémica con Oliart surge, según él, porque se tiende a equiparar renovación con juventud, cuando "también puede haber una renovación intelectual".

En este sentido, lamenta que durante su estancia en Cort conociera a cinco o seis comandantes generales distintos, si bien admite inconvenientes derivados de la edad. "Puedes llegar a considerarte imprescindible y aferrarte en el cargo porque crees que eres el mejor", asegura.

No le ha sucedido a Cristóbal Serra. "La edad me ha hecho más humilde, más ponderado y menos apasionado", señala el traductor del Libro de Tao, que continúa escribiendo con 87 años. "No lo puedo dejar, sentiría un vacío muy grande", explica. "Hay que tener una gran capacidad de olvido, y el trabajo te ayuda a olvidar", abunda Serra.

También Nicolás Forteza huye del retiro como del agua hirviendo. "La jubilación te fastidia la vida. Puede ser un espacio para reflexionar, pero si estás en condiciones, lo mejor es seguir haciendo", explica el pintor y farmacéutico, con 91 años en el DNI y no más de 70 para el ojo público, que sigue dedicando casi a diario varios horas a la espátula. También canta en un coro –hace unos días interpretó El Mesías de Händel en el Royal Albert Hall de Londres–, nada en la piscina y maneja el coche. "¿Y por qué no? El día que cumplí 91 me sentía igual que cuando tenía 90, y tengo el carné", sintetiza el también farmacéutico, ya jubilado aunque se mantiene al día de las novedades, que encuentra en la vejez infinidad de ventajas. "Es como el buen vino, aunque hay que saber recoger por el camino todo lo nuevo o lo que se considere interesante", explica uno de los pocos pintores que puede presumir de haber expuesto junto a Picasso y comercializar 2.200 cuadros. Aunque en su juventud fue también batería de una big band de jazz y subcampeón de España de waterpolo, tiene aún un sueño pendiente. "Me hubiera gustado ser director de orquesta", se sincera. Visto lo visto, aún puede conseguirlo.