Una red criminal secuestró y descuartizó a varias personas en Perú para supuestamente extraer la grasa de sus cuerpos y venderla a mercados de cosméticos de Europa a un precio de 15.000 dólares por litro, informaron fuentes oficiales. Esta banda, formada por cuatro personas, colgaba los cuerpos descuartizados en ganchos de metal y derretía la grasa al calor de unas velas, explicó el jefe de la Dirección de Investigación Criminal (Dirincri), el general Felix Murga.

Los integrantes del grupo denominado Los Pishtacos del Huallaga, "decantaban el aceite, la grasa humana y las impurezas", afirmó.

Este suceso, que ha conmocionado a Perú, fue revelado cuando la Fiscalía informó de la detención de cuatro integrantes de la banda, acusados de comercializar grasa humana.

La policía se puso en alerta cuando detuvo a principios de este mes a uno de los presuntos miembros mientras recogía una encomienda de una empresa de transporte terrestre, consistente en un envase de plástico con la grasa extraída de la única víctima comprobada, Abel Matos, asesinado a mediados de septiembre.

Los Pishtacos, un apelativo referido al mito andino sobre unos bandoleros que degüellan a personas para comer su carne y vender su grasa, comercializaban la grasa de sus víctimas "por el precio de 15.000 dólares (por litro)", un monto que hace suponer que existe "una red internacional", acotó el general Murga.

La grasa extraída por los Pishtacos, en un laboratorio en la región central de Huánuco o en "parajes solitarios" de esta región, era ofrecida en Lima a un comprador del extranjero -hay dos italianos investigados- y se cree que su destino eran empresas que fabrican cosméticos o maquinaria fina, acotó el jefe policial.

Si bien no hay pruebas de las conexiones internacionales, las autoridades peruanas se pondrán en contacto con la Interpol para esclarecer las ramificaciones de la red. Aunque sí han logrado comercializar grasa, se sabe que la banda no ha vendido órganos debido a que éstos debían estar frescos.

La Policía asegura que Abel Matos, cuya grasa y restos fueron hallados, no es la única víctima, dado que los detenidos han confesado que secuestraron a otras cinco personas. También se sospecha que esta red habría secuestrado y asesinado a entre 60 y 200 personas, dado que el cabecilla, Hilario C.S., se dedicaba a estas actividades desde hace más de treinta años.