En 1986 la ONU redactó la Carta de los derechos de los niños hospitalizados. El hospital Sant Joan de Déu de Barcelona es uno de los que apuestan firmemente en aplicar este ejercicio de salud y bienestar de los pacientes más vulnerables: los niños. "Queda mucho por hacer", asegura Maria Josep Planas, directora de Planificación y Calidad del hospital.

Desde la semana pasada, el universo del ilustrador Antonio Fernández-Coca habita en la planta 8, donde están los pacientes de oncología, neurocirugía y hematología. Sus inquilinos, niños con una media de edad de 8 a 9 años, conviven con unos nuevos pacientes: los más de cincuenta personajes creados por Fernández-Coca. Están en los cabezales de las camas, andan por los suelos y trepan por las paredes. El tema que los acoge es la alta montaña. El hospital tiene la idea de proseguir con una iniciativa parecida en otras plantas y con temas distintos, el mar, el espacio.

La iniciativa cuenta con el apoyo de la Fundación Curarte, que también estuvo tras los dibujos que el ilustrador realizó para la planta de Nefrología infantil en el Vall d´ Hebrón, en la Ciudad Condal.

"He pintado un mural en el que he escondido una serie de figuras para que los niños jueguen. El suelo es un linóleo de 55 metros que representa el mar, y las montañas están en los 75 metros de pared. Combino seres reales e imaginarios", explica el también profesor de la Universitat de les Illes Balears. Junto a ellos, los Creatimagos, con los que los niños se identifican. "Cuando hago algo, no me interesa el dibujo por el dibujo, sino que tenga una aplicación didáctica", advierte Antonio Fernández-Coca.

Lo más novedoso son los cabezales de las camas hospitalarias en las que los amenazantes tubos se han convertido en personajes o parte de los escenarios donde los Creatimagos juegan "contra el aburrimiento y recuerdan que se pueden curar", dice su creador. Cuando los niños apagan la luz, se proyectan estrellas en el techo.

Esta iniciativa está enmarcada en una acción global, el "Hospital Amic" que persigue que "los niños ingresados vivan esta dura etapa de su vida en un ambiente más cálido, más cercano", señala la directora de Planificación y Calidad del Sant Joan de Déu.

Pese a quedar establecido en la Carta de las Naciones Unidas, en la aplicación de los derechos de los niños enfermos aún existen demasiadas lagunas. Pues a la enfermedad hay que sumar el tiempo de permanencia en hospitales, en los que no siempre pueden estar acompañados de sus padres. En la planta 8 de Sant Joan de Déu, el universo Fernández-Coca ha dibujado una sonrisa entre sus habitantes.