Los médicos ya saben que son la vacuna más beneficiosa para la salud, por eso la recetan a diestro y siniestro con dosis, al ser posible, diaria. Demostrado científicamente, una risa es el mejor jarabe para todos los males. Y ellos llevan quince años quitando dolores, curando heridas, sanando almas.

Mucho ha llovido desde aquel 4 de noviembre de 1994 cuando la doctora Estrellita Vitaminas y los enfermeros Carabassí y Aspirino irrumpieron en la planta de Oncología de Son Dureta. "Era la primera vez en España que unos payasos entraban en un hospital y aunque hubo quien en un principio no entendió cuál era nuestra misión, la acogida general fue excepcional", recuerda la actual gerente de la entidad, Ana Ferreira.

Por ese entonces, la dimensión que alcanzaría aquella experiencia pionera –nacida de una tragedia personal vivida por sus fundadores, Miquel Borràs y Sylvia Chaki que importaron la idea de un hospital parisino donde su hija Laura estuvo ingresada– era inimaginable. "Hoy me doy cuenta de lo que los payasos de hospital han supuesto en la vida de muchas personas, casi 20.000 niños. Hemos llegado incluso a cambiar el concepto de centro hospitalario. Antes era de un funcionamiento mucho más tecnocrático, ahora es más humano", dice Ferreira.

Los inicios no fueron fáciles, encontrar la subvención necesaria, tampoco. Pero la ilusión, las ganas de trabajar y las miles de sonrisas arrancadas en quirófanos y salas de espera bien merecieron la pena. La clave de todo, el trabajo y la especialización. "Hay que dejar muy claro que nuestros payasos son profesionales. Reciben cursillos de reciclaje, adquieren conocimientos básicos de psicología... son terapeutas de alta calidad", apunta la gerente. De hecho, para ser payaso de hospital hay que pasar un exigente casting. "No vale cualquiera porque el componente emocional es muy grande, sobre todo cuando se trabaja con niños pequeños".

En la actualidad, la Sonrisa Médica cuenta con un grupo de 15 payasos que tienen una rutina diaria establecida. Los lunes y jueves visitan el hospital de Son Dureta; los martes toca Manacor y el miércoles parada en Son Llàtzer. En breve tienen previsto incorporar a su calendario el hospital de Inca. "Nos gustaría que nuestro servicio llegara a más lugares, tenemos mucha demanda, incluso de llars de ancianos, pero nos falta dinero". Por eso llaman a la colaboración. Hacerse socio o dar un donativo significa asegurar vacunas para muchos años.