Si en una sola palabra se pudiese resumir el sentir de todos los integrantes de la Banda Municipal de Música de Palma esa sería ilusión. Y es que, a pesar de sumar más de cuarenta años en primera línea de batalla, las ganas, el trabajo y el empeño por mejorar están a la orden del día. No importan las interminables horas de ensayo, ni los escenarios sobre los que actuar, la bandera del compañerismo y el sentirse "la banda de Ciutat" culminan todas las aspiraciones.

Fue hace 43 años cuando el músico valenciano Julio Ribelles impulsó esta formación que nació con el único objetivo de llenar un hueco musical que en otras ciudades españolas ya existía. "El nacimiento de la banda supuso un cambio muy grande en el ambiente musical de Mallorca", decía en una entrevista a este periódico hace ahora siete años Joan Garrigós, uno de sus directores.

Muchos recitales, cientos, han pasado desde aquel primero que tuvo lugar un 21 de diciembre de 1966 en el Teatre Principal. "La esencia es la misma, somos una gran familia y unos grandes instrumentistas. La única diferencia ahora es que la media de edad es mucho más baja. Hemos incorporado a una generación de intérpretes jóvenes que nos ha permitido evolucionar, arriesgarnos con nuevos estilos". Así habla de "sus chicos" Juan Giménez, actual batuta de la Banda Municipal de Música de Palma formada en la actualidad por un total de 45 músicos.

De la mano del actual director ha llegado un repertorio mucho más variado. De las composiciones clásicas y las zarzuelas, se ha pasado al jazz, a las bandas sonoras de películas de Hollywood y a los grandes conciertos con artistas invitados. "Somos pioneros en todo el país. Nadie podrá decir de nosotros que somos una banda convencional ni destinada sólo a cubrir los actos institucionales. Estamos al nivel de las mejores orquestas", subraya Giménez.

El pasado 3 de octubre arrancó la octava temporada de conciertos bajo su dirección. Y lo hizo de la misma manera que finalizó la anterior: con gran éxito de público y crítica que alabó un espectáculo inspirado en William Shakespeare. "Tenemos la suerte de contar con unos seguidores fieles y a la vez muy exigentes. Si en algún recital no estamos a la altura nos lo hacen saber. No siempre hacemos bises o logramos el aplauso fácil. La crítica está muy bien porque nos permite no relajarnos y seguir esforzándonos".

De lunes a viernes, el auditorio del Conservatori de Música de les Illes Balears se convierte en su refugio. De nueve de la mañana a una de la tarde vuelan las partituras. Toques de atención, afinaciones, ritmos... la rutina parece siempre la misma aunque nunca nada es igual. Lo que más llama la atención es la absoluta complicidad. Son muchas las horas, las anécdotas vividas, que las risas están casi aseguradas en cada sesión. "El buen rollo es fundamental. Está claro que ha habido roces, sobre todo cuando los más veteranos tuvieron que adaptarse a los nuevos cambios, a las piezas un poco más variadas y modernas y a unos jóvenes muy bien preparados. Pero aquí nadie está para hacer sombra a nadie. Yo me ocupo de calmar los egos", asegura Juan Giménez.

Si hace unos años la principal queja se centraba en la falta de espectadores, ahora la demanda va por otro lado mucho más llamativo. Sólo hay una mujer en toda la formación. "No es una cuestión de discriminación, es que no se presentan a las pruebas... y no entiendo por qué. Antes era evidente que no había muchas féminas estudiando música pero ahora eso ya no vale como excusa. Deberíamos hacer un poco de autorreflexión y hacer una campaña, un llamamiento para que las chicas se incorporen". Otra petición, esta vez, a las instituciones. "Que no nos olviden, que pregunten y se interesen más por nosotros. Contamos con un presupuesto anual muy pequeño y sobrevivir es difícil. Estamos capacitados para hacer más".

Los retos a largo plazo son difíciles de calcular. De momento, se conforman con sacar adelante el primer trimestre de la temporada. Las citas: sábado 31 a las 19.30 horas, en el Conservatorio con dirección de Henrie Adams; 14 de noviembre, recital con obras de Larregla, Rimsky-Kórsakov y Cosma y el trompeta solista Rubén Simeó como invitado; y 22 de noviembre, a las 11 de la mañana en el Auditòrium, participación en la Trobada de Bandes de Música de Palma con motivo de la festividad de Santa Cecília.