Un drama carcelario, un estudio psicológico de los límites del ser humano y una historia de supervivencia. Todo eso es Celda 211, una película dirigida por el mallorquín Daniel Monzón y protagonizada brillantemente por Luis Tosar, que tuvo una muy buena acogida ayer en la Mostra de Venecia.

Celda 211 se pudo ver en la sección paralela Jornadas de los Autores-Días Venecianos. "Venir a Venecia no es una nadería, pero encima esta recepción tan positiva es la gloria", afirmó Monzón, que se mostró "satisfecho y orgulloso del resultado".

La película, basada en una novela de Francisco Pérez Gandul, cuenta la historia de un motín en una cárcel en el que se ve envuelto un funcionario de prisiones (el debutante Alberto Ammann), que estaba visitando el centro un día antes de incorporarse a su nuevo puesto de trabajo.

Pero más allá de ser una historia carcelaria, el objetivo era contar "cómo una persona enfrentada a una tensión excepcional no es la persona que creía ser".

El peso de la acción recae en Luis Tosar, el único nombre claro desde el principio del proyecto. Su personaje es Malamadre, un veterano preso que ha pasado la mitad de su vida entre rejas, el líder de la cárcel, un ser humano imponente, musculoso, calvo y con perilla, lejos de la imagen que ha mostrado en su visita a Venecia.