Esta es una de las principales conclusiones de un estudio realizado con 3.000 estudiantes de primer curso de las universidades gallegas de Santiago de Compostela y Lugo, que se publica en la revista estadounidense "Alcoholism: clinical & experimental research" (alcoholismo: investigación clínica y experimental).

Entre estos jóvenes, los investigadores descartaron para el estudio a aquellos estudiantes que consumían otras sustancias, además de alcohol, o que eran bebedores crónicos, y sólo escogieron a aquellos que habitualmente consumen durante el fin de semana con períodos de abstinencia durante el resto de la semana.

Según ha explicado a Efe Alberto Crego, del departamento de Psicología Clínica y Psicobiología de la Universidad de Santiago, para realizar este trabajo los investigadores sometieron a los estudiantes de entre 18 y 20 años a un electroencefalograma mientras estos realizaban pruebas de distinta naturaleza, tales como memoria y atención.

Crego ha detallado que, según los resultados del análisis del electroencefalograma, entre los jóvenes consumidores intensivos de alcohol de fin de semana y los que no lo hacen se han encontrado diferencias en el funcionamiento electrofisiológico durante la ejecución de una tarea de memoria visual.

Unos y otros acertaron prácticamente el mismo número de veces y con la misma rapidez o lentitud en cada caso, pero "los bebedores de fin de semana" necesitaron "un mayor número de recursos atencionales para realizar las pruebas correctamente", según este investigador.

"Estas diferencias indican que, aunque no hay distinciones comportamentales, hay un patrón de activación electrofisiológico distinto, que podría reflejar un daño latente en la atención y/o en la memoria de trabajo si el consumo de alcohol continua", según Crego.

No obstante, este investigador ha puntualizado que para ver si en un futuro la capacidad de memoria y de atención se verá afectada, habrá que continuar el estudio, por eso la Universidad de Santiago va a seguir con el trabajo y cada dos años va a analizar cómo evolucionan los jóvenes, tanto si siguen bebiendo como si no.

Crego ha recordado que estudios sobre alcoholismo crónico hay muchos y que hace dos décadas se consideraba que el consumo en edades adultas era más dañino que en jóvenes y que si este consumo era intermitente (fines de semana) no existían casi perjuicios neuronales.

Sin embargo, trabajos recientes en animales han demostrado lo contrario, que "el consumo en la adolescencia para determinadas áreas cerebrales implicadas en procesos como la atención o la memoria son mucho más dañinas, porque estas zonas son de maduración tardía".

Por lo tanto, según Crego, el de la Universidad de Santiago es un estudio novedoso, aunque ha insistido en que es un primer paso.