Geoff Frosell, veterano trombonista. Guía del Palma Jazz Quartet, una virtuosa familia que reparte democrática el protagonismo de sus solos. Hace un año le sugirió al director del Hotel Saratoga que incorporara las jam sessions a la programación regular del Blue Jazz Club, en la séptima planta del palmesano parador. "¿Un lunes?, ¿estás loco?", evoca, le respondió automático Francisco Borrás. La semana que viene celebrarán (con fiesta de cuatro horas) el primer aniversario de las pioneras veladas, concebidas como una oportunidad para el fogueo del músico amateur. También, una "divertida" vía para "educarse" en lo musical. Por supuesto, la excusa para improvisar jazz sin complejos.

"Terminamos siempre con Watermelon Man, todos juntos, y nunca suena igual". La cita de Frosell resume lo que sucede en el Blue Jazz Club cada inicio de semana. Su banda inaugura las jams, explica, media horita, "un pequeño concierto para calentar el ambiente, para captar la atención del público". Templada la atmósfera, convidan a sonar a los músicos congregados, en turnos de quince minutos, solo final incluido. El cuarteto anfitrión casi siempre ocupa escena, funcionando como una organizadora "base rítmica" que acompaña y conduce a los recién incorporados. Y que sabe ceder su sitio cuando la repetición de instrumentos no es aconsejable. "No hay competencia, vienen para pasárselo bien", entiende el trombonista. Y muchos, " a saltar al ruedo por primera vez", un privilegio en una isla que padece de "falta de escenarios".

"Aquí ves como se hace el jazz. No es una cosa mágica, como en los conciertos profesionales. Es organización". La percepción de Frosell la secundan Francisco Borrás y Jaume Ramis, responsable de Sala, público ´obligado´. "Te educas musicalmente, ves cómo se trabaja. Con las jam sessions te das cuenta de todos los niveles de aprendizaje, ves hasta donde se puede llegar". Y es que no sólo de instrumentistas y vocalistas no-profesionales vive la propuesta; aunque sean su principal materia prima, muchos de ellos talentos del Conservatori o escuelas de música locales. Reconocidos internacionales como Norbert Fimpel, Alec Dankworth, Colin Wood, Manfred Kullman o Allan Barnes se dejan caer por el Blue Jazz Club. Su presencia, habitual, pone la guinda los heterogéneos lunes, "una sorpresa" tras otra, para nada "una cuadrícula".

"En Mallorca hay cultura musical. Aunque se niegue. Dentro de dos o tres años oiremos hablar de algunos de los jóvenes que vienen a tocar aquí". El director del Saratoga lo tiene claro. No duda en aplaudir "la calidad" de muchos de los congregados : "Hemos conocido a muchos músicos a través de las jam", incorporados después al programa mensual del local, que en julio cumplirá tres años al servicio del jazz. Algunos de ellos "son adictos" a la cita, suma Jaume Ramis. Como una parte del respetable, donde hay muchas caras que repiten cada lunes, al calor de las espirituosas o emplatado para cenar; una demandada alternativa al clásico "formato concierto".

"Es un local con alma" suscriben los tres. Abierto a todo el mundo, además de reducto para "un tramo de edad educado en la cultura del jazz que ha encontrado un sitio que no tenía". Un ´garito´, ejemplifican, capaz de subir al escenario a una cantante de cinco añitos y a un clarinetista de 82. Capaz de reunir hasta 22 músicos un lunes cualquiera. "Es increíble", suscribe Geoff Frosell, que se sigue emocionando "cuando los músicos amateurs te agradecen la oportunidad". "Es lo mejor, te hace sentir muy bien". Jam sessions. blue jazz club (Hotel saratoga). Todos los lunes de 20.30 a 22.30 horas. Lunes 4 de mayo, fiesta primer aniversario, de 20.30 horas a 00.30 horas. Gratuito.