¿Se imaginan un funicular que uniera la carretera de la Calobra con el puig Major y que en su cima se construyera un observatorio astronómico, un aero-faro, un gran hotel restaurante, chalets y una estación de deportes de nieve y alpinismo? Puede sonar a un capítulo más de la Mallorca encementada, pero el plan existió y las obras llegaron a iniciarse. El objetivo era "potenciar una nueva manera de hacer turismo", aunque el proyecto, finalmente, fue interrumpido por la Guerra Civil y abandonado definitivamente cuando el tratado de España con Estados Unidos determinó que se levantara una gran instalación militar en el techo de la isla. Cuando se cumplen 75 años de la presentación del proyecto en el Teatre Principal de Palma, DIARIO de MALLORCA se adentra en la que se denominó "obra cumbre de la ingeniería mallorquina", que de haberse materializado, hubiera cambiado para siempre la geografía de la Serra de Tramuntana.

De aquella idea hoy solo queda un marge de pared seca junto a la carretera que baja a la Calobra; se le conoce como la plataforma del Funicular y marca el punto de partida de una excursión que transcurre por la ladera norte del macizo del puig Major. El ingeniero y promotor cultural Antoni Parietti Coll (Palma 1899 - 1979) fue quien se propuso la construcción de este imponente medio de transporte. Miembro fundador del Círculo de Bellas Artes y de la Orquestra Simfònica, proyectó, entre otras, las carreteras de Cura, Formentor y sa Calobra. "Fue un hombre de inquietudes intelectuales que buscaba la belleza incluso en las carreteras", recuerda el historiador y geólogo Andreu Muntaner.

Parietti, que por aquel entonces era ingeniero de la Diputación Provincial de Balears, concibió la idea del funicular durante las obras de la carretera de Cals Reis a sa Calobra, en 1928. El suyo iba a ser un funicular aéreo de características similares al de Montserrat, en Barcelona. Constaría de dos estaciones, una inferior, en Cals Reis, y otra superior, a más de 1.400 metros de altura, y cubriría una distancia de 2.016 metros, salvando un desnivel de 715 metros, con una pendiente media del 36 por ciento. Para evitar desplazamientos laterales de los vehículos, que tendrían una capacidad para 25 personas y un conductor, estaba prevista la construcción de tres torres intermedias. Esta previsto que la distancia se cubriera en diez minutos, lo que posibilitaría la realización de diez viajes completos por hora.

El objetivo del funicular no era otro que facilitar el acceso hacia una zona virgen (entonces no existía la carretera actual que sube hasta la cima del puig Major) y potenciar una nueva manera de hacer turismo. Según su autor, de la construcción del funicular aéreo se podrían derivar toda una serie de actuaciones posteriores (la instalación de un observatorio astronómico o de un faro para la orientación del transporte aéreo) y el desarrollo de actividades relacionadas con el deporte de la nieve.

El coste de su construcción, que fue aceptado por la firma Bleichord-Zueg, ascendía a dos millones de las pesetas de entonces e incluía la apertura de un restaurante en la cima. Parietti calculó que en solo un año, con la visita de doce mil usuarios, cubriría la inversión. El ingeniero supo vender su plan y pronto la prensa, no solo la mallorquina, se hicieron eco de sus propósitos. "Mallorca podrá contemplarse a sí misma" gracias al funicular de Parietti, tituló la revista Brisas en su número XXI de 1936. "La ascensión al famoso Puig Major es ahora penosísima, imposible para muchas personas. Con el funicular -cuyas obras han comenzado ya- el ascenso será rápido y cómodo. Tras un interesante recorrido por caminos abiertos a través de los más abruptos parajes, llegaremos hasta el vehículo que nos transportará en vuelo mágico sobre los impresionantes peñascales de la sierra, hasta la cumbre del monte", añadía.

El estallido de la Guerra Civil y posteriormente la Segunda Guerra Mundial hirieron de muerte el proyecto de Parietti, debido al embargo de los suministros metálicos que tenía que remitir la firma alemana Bleichord-Zueg. Tras la contienda, cuando se reemprendieron las negociaciones, el proyecto ya no era rentable económicamente. Los costos se habían disparado, aumentado en un mil cuatrocientos por cien. Y ahí se acabó la historia del funicular. Pero Parietti no se rindió ante su deseo de poner el puig Major al alcance del público, así que planteó la posibilidad de construir una carretera de peaje hasta la cumbre, proyecto que fue aprobado. Pero cuando se iban a iniciar las obras, el Gobierno español dio el visto bueno para la construcción de una instalación militar.

En 1978, un año antes de su muerte, Antoni Parietti seguía creyendo en su gran obra, el funicular. En declaraciones a este diario afirmaba que su idea le seguía pareciendo "magnífica, pues en esencia consistía en poner el puig Major al alcance del público y del turismo. El paisaje no habría resultado dañado en absoluto dadas las especiales características de los funiculares aéreos".

Hoy en día, construir un funicular en el puig Major "no tendría ningún sentido", afirma el conseller de Turismo, Miquel Nadal. "El paso del tiempo nos ha dicho que nuestro principal atractivo es el sol y la playa, y que para el invierno, más que los deportes de invierno, nos conviene apostar por el cicloturismo, la cultura o el golf".

"Posiblemente el funicular del puig Major habría acabado siendo un fiasco y la montaña habría sufrido un daño irreparable. Hablar de un funicular hoy en día es ponerse en contra de lo que la mayoría de gente quiere. Iría en contra del senderismo y de la protección de una zona de alto interés por su flora", señala José Antonio Cros, responsable del Grupo Excursionista del Fomento de Turismo.