Un texto clásico, el que Lorca concibió apenas dos años antes del inicio de una Guerra Civil que pondría fin a su fin a su corta existencia, expresado a través de nuevos lenguajes. El flamenco y los audiovisuales al servicio de los sueños de Yerma, el espectáculo adaptado y dirigido por el mallorquín Pedro Victory, de Teatro Visceral, e interpretado por un reparto de actores isleños -residentes en Mallorca, en el caso de de Nuria Hosta- que se estrena el lunes en la Sala Mozart del Auditòrium de Palma, subvencionada con 9.000 euros por el proyecto ArtEscènic de INESTUR, que se propone girarla por todo el país para dar a conocer las propuestas del archipiélago también en materia cultural, según explicó su gerente, Antoni Oliver.

"Se trata de una obra totalmente leal al texto original, pero reduciendo los personajes a cinco actores más dos voces narradoras -Irene Salord en el papel de Yerma, Carme Feliu, Nuria Hosta, Xisco Ródenas, José Vico, Pedro Victory y Marian Vilalta-, un bailaor -Juan Díaz- y una bailaora -Aurora Zarcos", explicó ayer el artífice de una "propuesta contemporánea" con la que se propone llegar tanto al público joven, que tiene el texto como lectura obligatoria en su currículo, como "al público nacional que circula por aquí y que se acerca al teatro a preguntar si la representación es en castellano antes de entrar", apuntó el director, para el que "Lorca no se puede traducir por una cuestión de respeto".

La obra se estructura en dos espacios, representativos del mundo real y del onírico, y es en este último en el que cobran sentido la danza, las sombras chinas e incluso los elementos audiovisuales, que inyectan actualidad en el lenguaje a un texto que la aporta desde el mensaje.

"Yerma trata de la no maternidad y del maltrato psicológico, temas que aún están muy presentes", señaló Victory. En la misma línea, la actriz que interpreta a Yerma, Irene Salord, considera que el "paso del deseo a la necesidad y luego a la obsesión" de la protagonista, su "lucha constante entre lo que quiere y lo que debe hacer" y su cerrazón en casa y sobre sí misma constituyen un avance a su tiempo por parte un poeta al que los mallorquines verán en el Auditòrium en su versión más visceral.