Llevan más de veinticinco años veraneando en Pollença, por eso nadie se sorprende ya si participan activamente en las fiestas de los Moros y Cristianos o en El Davallament como unos mallorquines más. Enrique Felipe de Orleans -pretendiente orleanista al trono de Francia desde la muerte de su padre Enrique, conde de París en 1999- y su segunda mujer, Micaela Cousiño, encontraron en la isla la casa de sus sueños. Y no era precisamente un palacio. Su esposa se decidió por una tradicional caseta de campo en ruinas que habitaron en un principio sin luz ni agua corriente para sorpresa de los vecinos, que no entendían como los aspirantes al Trono de Francia podían vivir en aquellas condiciones. Con los años, esas piedras centenarias se convirtieron en una vivienda con todas las comodidades que aún conserva el sabor típico de las fincas mallorquinas.

Llegar a este particular jardín del Edén es traspasar la realidad y entrar en un mundo mágico. La música suena permanentemente, los aromas de los jazmines y la sombra de los árboles y las buganvillas crean una atmósfera casi de realeza, presidida por el Pendón con las armas de Francia y las flores de lis borbónicas bordadas. DIARIO de MALLORCA entrevista a los Condes de Parí y Duques de Francia en su residencia mallorquina.

- Han ocurrido muchas cosas buenas en los últimos tiempos en su familia...

- Enrique Felipe de Orleans: La más importante es que tras muchos años de desunión, la Familia Real vuelve a estar unida. Finalmente mis hijos y mi ex mujer -hasta 1984 estuvo casado con la duquesa María Teresa de Württenberg- han aceptado a Micaela como la Princesa.

- Micaela Cousiño: Escribí una carta al príncipe heredero Jean expresándole mi deseo de amistad y haciéndole ver que en el mundo hay demasiado sufrimiento innecesario. La boda de nuestro sobrino, el Duque de Anjou en Portugal sirvió para reunirnos de nuevo a todos. Y estoy hablando del verdadero Duque de Anjou, no de Luis Alfonso de Borbón, que quede muy claro.

- ¿Cómo son sus relaciones con el presidente Nicolas Sarkozy?

- E. F. O.: Muy buenas. Desde Charles de Gaulle he conocido a todos los presidentes franceses y hemos trabajado juntos en las fundaciones de la Casa Real, pero sólo él me ha recibido en el Elíseo como se recibe a un Rey de Francia, rindiéndome honores de Estado con todo lo que esto significa para la historia de nuestro país.

- M. C.: Fue una gran sorpresa para todos y también un gran motivo de alegría.

- En su opinión, ¿qué función tiene la monarquía actual?

- M. C.: Toda. Aunque no estemos ocupando el trono seguimos dando ejemplo. Aunque esta definición no me guste, somos una conexión entre el pueblo y la historia que no se puede obviar, no se debe.

- ¿Cómo ven los Condes de París la España de hoy?

- E. F. O.: No tan distinta a como la conocí de pequeño, cuando viví el exilio junto a mi familia en Pamplona. Pero aquí ocurre como en Francia y en Europa donde el fenómeno de la globalización está chupando las fuerzas vivas de los países despojándolos de su identidad.

- M. C.: Yo creo que la gente puede soportar cosas hasta un cierto tiempo, y todo esto pasará factura en España y en otros países. El mundo no puede seguir así y hay cosas que tendrán que cambiar. La Europa que ahora intenta estar unida económicamente no debe dejar por el camino a personas que no pueden luchar contra las multinacionales porque acabarán rebelándose, como ocurre en África, donde la gente ya no puede comer ni beber agua porque ha sido nacionalizada y tienen que comprarla. Es inhumano y la gente no puede soportar eso.

- E. F. O.: En España y en los países del Mediterráneo hay más solidaridad que en los países nórdicos. Aquí existe lo que llamamos la cultura del clan

- ¿Cuál ha sido su gran alegría?

- E. F. O.: Las alegrías empiezan ahora después de tantos años de sufrimiento, porque gracias a mis hijos y a mi ex mujer, la Duquesa de Montpensier, y a la Princesa, que siempre esta detrás aconsejándome y apoyándome en todo, hemos podido recuperar la relación familiar y humana que teníamos antes.

- ¿Esa unión les beneficia políticamente?

- E. F. O.: La unión de la Familia Real de Francia va a ayudar mucho porque sigue siendo una identidad fuerte, como ocurre en España, donde se siente profundamente la unión del Rey y su pueblo.

- ¿Le gustaría ser el Rey de Francia?

- E. F. O.: Hoy en día ser Rey significa ser como don Juan Carlos en España.Yo, a través de mis fundaciones interfiero en política indirectamente. Mucha gente tiene miedo porque no saben a donde van y yo simplemente les digo: sois quienes sois.

- Su primo, el Rey Simeón de Bulgaria, ¿serviría de ejemplo?

- E. F. O. : Cada país es diferente. Yo a los franceses les quiero mucho pero son insoportables en ciertos momentos.

- ¿A que se refiere?

- E. F. O.: Son siempre rebeldes ante cualquier cosa. Primero dicen no y después lo piensan.

- ¿Es usted también rebelde?

- E. F. O.: Sí, claro. Yo soy muy francés.

- ¿La rebeldía debe ser una característica de la alta nobleza?

- M. C.: Por supuesto.

- E. F. O.: Para mí ser rebelde es una cosa que siento como la libertad. Siempre he sido rebelde.

- Es muy amigo del Rey de Marruecos, ¿será posible algún día la unión entre los países del Magreb y Europa?

- E. F. O.: Debe haberla porque nuestra civilización es el Mediterráneo y creo en la Alianza de Civilizaciones. Mi mensaje es que debemos iniciarnos en el convivir.