La nueva generación del píxel, un emergente mercado tripartito, ha encontrado en las exclusividades el camino para contrarrestar a la feroz competencia. Nintendo, mundo aparte, ha apostado por reinventar la manera de jugar y por seguir gestionando con sabiduría su indisoluble universo Miyamoto; una apuesta campeona abanderada por Super Mario y Link. Microsoft, amén de crearse una sólida galaxia de personajes propios (Halo, Escuadrón Delta), ha conseguido, a golpe de talonario, arrebatar a Sony -compartir, cuando menos- alguna de las exitosas sagas de videojuegos otrora circunscritas a la marca PlayStation. Un duro golpe para el gigante nipón, obligado ahora a proteger las pocas particularidades que le quedan (como Final Fantasy o Metal Gear) y a sumar alguna más. Nadal mediante, por ejemplo.

La presencia única del mallorquín en la versión

PlayStation 3 del esperado Top Spin 3, se revela como un ejercicio de acurado marketing. Una decisión, polémica, que priva a los usuarios de otras plataformas de poder mimetizarse virtualmente con él. Y que convierte al manacorí en un caballo ganador para Sony, en un ´vendeconsolas´ potencial. Aunque de efecto limitado, pues la exclusividad se limita a este videojuego, el tercero en discordia dentro de la oferta de simuladores tenísticos.

La comunidad videogamer patria no ha recibido bien la noticia, ya una realidad en las tiendas desde el pasado 19 de junio. Los foros especializados han echado tanto humo como pestes. El agravio comparativo es grande, imploran: por el mismo precio los usufructuarios de la Wii y la XBOX 360 tienen un jugador menos en el plantel de seleccionables, el más esperado por estos lares. Una dolorosa ausencia que no consigue disimular la presencia de James Blake, Haas, Monfils, Murray, Nalbandian, Roddick, Philippoussis, Berdych, Ancic y Roger Federer.

Bien es cierto que los jugones ya podían emular al de Manacor gracias a las terceras partes de Virtua Tennis y Smash Court, dos notables alternativas multiplataforma que presumen de llevar al español incluso en la portada. Pero también lo es que Top Spin ofrece una experiencia jugable única, acaso la más exigente, para el que gusta de simuladores realistas.

La maniobra de Sony, multiplicada seguro en rendimientos tras la conquista de Wimbledon acometida por Nadal, confirma la rentabilidad de localizar los videojuegos para el mercado que los recibe. Empezando por sus portadas, que aquí acostumbran a recurrir a Fernando Alonso para vender la Fórmula 1 virtual, a Pau Gasol para el baloncesto simulado, o (en 2008) a Sergio Ramos y Ronaldinho para hacer lo propio con el fútbol.