Los hijos únicos suponen el 8 por ciento de los 1.300 millones de habitantes de China, y la media por familia descendió desde los 4,4 miembros en 1982 a 3,1 integrantes en 2005, según un foro sobre población celebrado recientemente en Shanghai.

La política del hijo único, implantada para frenar el espectacular crecimiento demográfico de China, el país más poblado del mundo, ha evitado 400 millones de nacimientos, según cálculos oficiales.

Sin embargo, también ha creado problemas a largo plazo, ya que, según un informe oficial del Comité Nacional de Envejecimiento de China publicado a finales del año pasado, se prevé que los ancianos del país doblen en número a los niños entre el 2030 y el 2050.

El envejecimiento de la población es cada vez mayor, a pesar de que la política del hijo único también tiene excepciones, ya que las minorías étnicas están autorizadas a tener más de un hijo y las familias rurales pueden tener un segundo si el primero es una niña, así como las parejas en las que los padres son hijos únicos.

La proporción entre trabajadores activos y jubilados se ha reducido de 10 a 1 en 1990 a una de 3 a 1 en 2003, y las previsiones oficiales son que siga menguando, un problema aún más grave cuando el sistema de seguridad social no cubre más que a un 17 por ciento de la mano de obra.

El Gobierno chino se ha impuesto como objetivo que en 2010 la población no supere los 1.360 millones de personas, y en 2020 los 1.450 millones.