Le confieso que me gustaría hablarle de otras cosas. Suceden todos los días hechos más que importantes y trascendentes que seguramente tendrían más derecho de estar en esta columna. Pero no puedo. Confieso que no puedo.

Desde el principio de esta semana me viene a la cabeza aquella pequeña poesía que sin firma llegó a mis manos y que yo me animé a transcribir en primera persona para darle aun más fuerza de la que por sí tenía.

Tal como la recuerdo, decía más o menos así.

Ese día todo salió a la perfección, como si cada cosa la hubiera planeado yo mismo.

El despertador no se trabó y me desperté con tiempo suficiente como para no salir corriendo.

En el baño colgaba un rollo recién empezado de papel sanitario y también quedaba suficiente jabón en la ducha.

Me bañé y me enjuagué y el agua no se enfrió en ningún momento.

No me lastimé al rasurarme.

Las tostadas no se me quemaron.

Mi hijo me besó antes de ir a la escuela y me dijo "Te quiero papi" espontáneamente.

Camino a la oficina, conseguí un asiento vacío en el ómnibus.

Había llevado mi paraguas, por si acaso? y al bajar llovía.

Vi una mujer hermosa y ella me devolvió la mirada.

Una viejita me dijo que yo era un joven muy simpático.

En el trabajo nos pagaron aunque faltaban todavía dos días para fin de mes y yo cobré mi salario completo, sin un centavo de descuento.

Alguien me contó un chiste que no conocía, era bueno y a mí me hizo reír muchísimo.

Al volver encontré en mi bolsillo las llaves de la casa, esta vez, no me las había olvidado.

Mi perro saltó para saludarme y me lamió sin babearme.

La televisión me contó que mi equipo de futbol había ganado 3 a 0.

Un amigo me llamó para invitarme a una fiesta ese fin de semana.

Mi esposa había cocinado mi plato favorito? y después de cenar me confesó seductora, que se moría de ganas de hacer el amor conmigo.

Increíblemente en un mismo día, todas las cosas simples de la vida, que solo parecen asociarse en los anuncios publicitarios, aparecieron rendidas a mis humildes pies humanos.

Antes de acostarme, salí al jardín.

La noche era realmente maravillosa.

- ¿Te alcanza todo esto para ser feliz? - sentí que me preguntaba la luna, casi increpándome por mi inusitada sonrisa.

La miré de reojo, ensayé un guiño cómplice y después le susurré lentamente:

- No... supongo que no me alcanza.

Pero te aseguro que un día como este, de vez en cuando, es una gran ayuda para seguir adelante.

Yo sé que no alcanza, pero esta semana empezó con una gran noticia.

España le ganó a Alemania la final por la Copa de Campeones de Fútbol de Europa. Campeones, después de cuarenta y cuatro años?.

Yo sé que no es suficiente.

Pero no me niegue que esta semana, le interese o no el fútbol, otro ambiente se respiraba en su oficina, en las casas, en los bares, en las calles, en cada esquina de este bendito país.

Felicidades a todo el equipo? y gracias por esta ayuda, claro.