Concepció Oliver Roca (Palma, 1957) preside Joventuts Musicals de Palma (JJMM) desde 1977. Con humildad, reparte responsabilidades, ante el reconocimiento que les brinda este diario, entre los músicos, organizadores, presidentes anteriores y socios de la entidad. "Este premio demuestra de nuevo que pese a las dificultades que a veces hemos tenido, al final siempre hemos salido adelante realizando una buena labor", declara airosa. Y es que son ya 51 años trabajando en pro de la música y los valores que confiere a la sociedad.

-Además de presidenta hace 31 años de JJMM, usted es profesora de música. ¡Y de adolescentes!

-Tengo mucha suerte. Me gusta trabajar con jóvenes. Veo que la música educa en muchos valores. Es buena para las matemáticas, la agilidad mental, la memoria y la disciplina.

-Y supongo que es un elemento más de socialización.

-Sin duda. He visto chicos muy tímidos, que ni siquiera levantaban la voz para hablar, y al final se han ido relacionando con los demás. La música y la partitura son una inyección de vida.

-¿Está dañando a su entidad la riada de videojuegos que inunda el tiempo libre de estos jóvenes?

-No. Estamos mejor que nunca. Hay cerca de 200 niños y adolescentes entre corales y orquesta. Sólo tengo que decirle que para ingresar hay largas listas de espera.

-El coro juvenil de JJMM está compuesto sólo por voces blancas (de chicas). Supongo que el desarrollo de la nuez en los chicos tendrá algo que ver.

-Después de pasar por el coro infantil, muchos muchachos lo dejan. Es cierto también que les queda la voz un poco rara. En los coros, por norma general, siempre hay falta de hombres.

-Falla la Ley de Paridad. ¿Por qué?

-Pues no sabría darle las razones.

-El patrimonio musical de una comunidad habrá que comenzar a cultivarlo a partir de los más jóvenes de la tribu.

-Pues, sí. En este caso, JJMM ha sido pionera y osada en la isla en muchos aspectos. En los setenta, cuando había poca actividad musical en Palma, comenzó a organizar conciertos para escolares que tuvieron un gran éxito. En un año llegamos a hacer 90 audiciones para niños.

-Y los conciertos para jóvenes intérpretes debieron llegar después.

-Sí. JJMM también fue pionera en España con los ciclos de conciertos y tribunas para jóvenes intérpretes. En 1971 fue cuando se fundaron las Serenates d´Estiu.

-Festival al que supieron buscar un nicho de público potencial.

-Nosotros observamos que durante los veranos mucha gente tenía vacaciones: unos veraneaban fuera de la ciudad y otros se quedaban en Palma. Y en esos momentos, sólo existía el Festival de Pollença. Para los que pasaban el estío en Ciutat apenas había actividades musicales. Primero, comenzamos en Sant Francesc y luego, en los años 90, nos trasladamos al Castell de Bellver.

-Asumieron un riesgo.

-Quisimos darle un poco de vida a aquel lugar tan privilegiado, en el cual no se celebraba nunca nada. Cuando tomamos la decisión de trasladar allí las Serenates d´Estiu nos trataron de locos.

-JJMM organiza conciertos además para otras instituciones y entidades como el Ayuntamiento y ´Sa Nostra´. ¿Cómo se comportan ellos económicamente?

-Vamos luchando con el tema de las subvenciones. Está claro que hay ayuda económica, pero no es suficiente. Las Serenates son un riesgo cada año, puesto que dependemos bastante de las entradas que paga el público.

-El momento más especial que recuerda durante las Serenates.

-Todas son importantes porque han pasado los mejores pianistas y violinistas del mundo. Pero recuerdo una en especial: la de 1997. Durante un intermedio del concierto, se produjo un apagón general en toda la isla. Esperamos y esperamos hasta tres cuartos de hora. Finalmente, los músicos de la orquesta de cámara I Fiamminghi recorrieron el castillo para recoger velas y candelabros antiguos. Con aquella luz tan especial se pusieron a tocar La muerte de la doncella de Schubert. Otros músicos, ante tal situación, se hubieran marchado. Éstos tuvieron muy buen talante.

-Viajemos en el tiempo. Cuando Pau Vallls era el presidente de JJMM en los 70 e introdujo la nova cançó en la isla, ¿no tuvo problemas con las autoridades franquistas?

-Sufrieron algo de persecución. Llamaban de Gobernación Civil para quitarnos los permisos, pero JJMM siempre salió adelante.

-Otra de las funciones de esta entidad sin ánimo de lucro creo que pasa por tratar de conservar y promocionar el patrimonio musical isleño.

-Así es. En este sentido, tenemos en mente, por ejemplo, editar un libro sobre nuestros 50 años explicando nuestra historia y haciendo una relación de todos los artistas que han pasado por la isla.

-¿No cree que en la isla estamos faltos de otro tipo de festivales de música?

-Bueno, nosotros en las Serenates no sólo hemos traído música clásica. Siempre estamos intentando introducir otros géneros como es la nova cançó, el tango o el jazz.

-Me refiero a otro tipo de música.

-En general, creo que falta coordinación entre todos y una buena proyección exterior. Preferiría que no hubiera tantos festivalitos pequeños, sino menos y más grandes. Y sobre todo que nos dieran más ayuda para promoción exterior.

-Hablando de promoción exterior, ¿alguno de sus chicos ha triunfado en el extranjero?

-Sí. Está el caso de Francisco Fullana, un violinista. Nosotros le llamamos Paquito. En estos momentos, está cosechando éxitos por Nueva York.

-¿Internet está acabando con la música?

-Creo que la red va bien para enterarte de cosas. Lo que no me gusta es eso de bajarse música. Comprendo que no todo el mundo pueda comprarse cedés. Pero todo esto va en perjuicio de los derechos de autor.

-Seguro que muchos componentes de JJMM llevan en su iPod música de Internet con grupos de música rock o pop.

-No me molesta en absoluto. Hay música buena y mala en todos los estilos. Hay música moderna que es excelente.