"La imagen que muchos tienen del Tíbet es la de un país en la que sus habitantes sonríen y meditan, pero el tibetano sufre por dentro y padece el genocidio y la invasión de China, un país que quiere controlarlo todo, hasta la reencarnación", denunció ayer en Palma el lama tibetano Wanchen.

Thubten Wanchen pronunció ayer en el Club de Opinión DIARIO de MALLORCA una conferencia centrada en los derechos humanos, en conmemoración del 59 aniversario de la Declaración Universal de 1948. El recinto registró una buena entrada y el público participó en el coloquio posterior, interrogando con interés al ponente.

Wanchen fue presentado por la vicepresidenta de Drets Humans de Mallorca, Joana Ferretjans, quien destacó su compasión, bondad y sabiduría. "Conocerle es un regalo de la vida", aseguró.

El monje nació en un Tíbet libre. A los cuatro años -relató Ferretjans- huyó al Nepal y, tras la invasión de este país por China, se trasladó a la India, tras los pasos del Dalai Lama. A los 16 ingresó en el monasterio del Dalai, donde estudió la doctrina budista, "una ciencia de la mente" que concibe como una vía "para la paz y la armonía", subrayó. En 1981 visitó España, donde creó, en Barcelona, la Casa del Tíbet, hoy convertida en fundación, con el fin de divulgar la cultura tibetana.

Durante su intervención, Wanchen pidió "libertad y democracia" para Birmania y afirmó que los monjes tibetanos y birmanos luchan "de un modo pacífico por la libertad de su pueblo, con paciencia y tolerancia. Y no tienen ningún miedo".

El lama lamentó que la ONU no haya hecho nada después de que China, siempre dispuesta "a mandar en todo el mundo", impusiera sus ideas. "Hace 48 años que la potente China invadió el techo del mundo, el Tíbet. Perdimos nuestra independencia y mataron a más de un millón doscientas mil personas. Hoy somos una minoría en nuestro propio país, donde ya viven ocho millones de chinos".

Wanchen indicó que los intereses de China en el Tíbet son numerosos y están relacionados con el uranio, el oro, el cobre o la madera. "Quieren controlarlo todo, hasta la reencarnación, algo que suena a cuento chino", expresó.