Las características de la educación judía medieval, una suerte de cuadro sobre el que esta cultura habría pintado "pinceladas de color que no impactan por su gran fuerza, sino por su búsqueda de serenidad" fueron expuestas ayer por la doctora en pedagogía Maria Isabel Miró Montoliu en una conferencia ofrecida en el Club de Opinión de este diario, presentada por el arqueólogo Ferran Tarongí.

Para la especialista, la relación entre padres e hijos es hoy en día demasiado benevolente, y la educación contemporánea necesita recuperar algunos de los principios que regían la docencia entonces, cuando "el maestro era una verdadera autoridad, en tanto que mediador entre Dios y el alumno; la enseñanza era gratuita para todo el mundo -féminas aparte- y se exigían grandes cualidades a los docentes, pero también a los alumnos".

"El judío, si ha sobrevivido con todo lo que ha pasado en la historia, es porque ha sabido mantener los grandes poderes: el económico y el cultural", aseguró Miró, quien se apoyó en algunos grabados del siglo XV reproducidos en su libro Història de l´educació jueva a la Catalunya de l´Edat Mitjana para mostrar que antaño se vivía la educación como una fiesta, y se enseñaba a los alumnos la importancia capital de los estudios. "Como un pez no puede vivir fuera del agua, tampoco vosotros podéis vivir sin el tora", dice la especialista que explicaban los maestros a sus alumnos en la Edad Media, cuando se exaltaba la "sabiduría por la sabiduría", mucho antes de que la ley del mínimo esfuerzo tomara las aulas.