Según el Papa, en la actualidad, las discusiones internacionales "están marcadas por un lógica relativista que considera como garantía exclusiva de coexistencia pacífica entre pueblos un rechazo a admitir la verdad sobre el hombre y su dignidad".

Y añadió que se ha olvidado "la ética basada en el reconocimiento de la ley natural moral".

Benedicto XVI señaló que esta actitud "ha conducido a la imposición de una noción de la ley y de la política condicionada a veces por intereses a corto plazo o manipulados por las presiones ideológicas, como la única verdadera base de las normas internacionales".

Para el Papa, los amargos frutos de este relativismo son "considerar como derechos humanos las consecuencias de ciertos modos de vivir egocéntricos; una carencia de interés por las necesidades económicas y sociales de las naciones más pobres; el desprecio de la ley humanitaria, y una defensa selectiva de los derechos humanos.

Por otra parte, el Pontífice pidió que estos días de reflexión de las ONG sirvan "para hacer conocer mejor la doctrina social de la Iglesia y que sea aceptada a nivel internacional".

Aún así, reconoció que el diálogo entre la comunidad internacional ha supuesto logros, como "el reconocimiento universal de la primacía jurídica y política de los derechos humanos".

Asimismo, valoró que se hayan adoptado "objetivos compartidos sobre los derechos económicos y sociales de todos los habitantes de la tierra" y los esfuerzos realizados para "desarrollar una economía global justa" y, más recientemente, "la protección del ambiente y la promoción de diálogo intercultural".

El Papa reiteró que la diplomacia de la Santa Sede se seguirá esforzando por "reafirmar los grandes principios fundamentales de la vida internacional".