El dibujante barcelonés Francesc Capdevila, conocido artísticamente como Max y afincado desde hace años en Sineu, ganó ayer el primer Premio Nacional del Cómic, concedido por el Ministerio de Cultura, por su obra Hechos, dichos, ocurrencias y andanzas de Bardín el Superrealista. Un galardón que se suma al que le concedió DIARIO de MALLORCA en 1999 en reconocimiento a toda su carrera.

Dotado con 15.000 euros, este galardón nace con el objetivo de lograr un mayor reconocimiento para el género de la historieta, y distingue el mejor cómic publicado a lo largo de 2006 en cualquiera de las lenguas oficiales que se hablan en España.

"Ya era hora de que el cómic se equiparara a otras actividades artísticas", dijo ayer el dibujante en una entrevista, quien espera que el galardón sirva "para dar el impulso social y mediático que el género necesita".

También ganador del premio a la mejor obra, mejor guión y mejor dibujo en el pasado Salón del Cómic de Barcelona por Bardín el Superrealista, Capdevila ha afirmado que "en cierto modo" se esperaba el galardón, aunque trataba de mantener su "incredulidad".

Superviviente de la revolucionaria generación de historietistas españoles de los años 70, Max cultivó su estilo en revistas como El Víbora -que califica como su "universidad"- y Nosotros Somos Los Muertos (NSLM), publicación codirigida por él y en la que se consolidó su personaje Bardín el Superrealista.

La obra premiada ayer, publicada por Ediciones La Cúpula, aúna "humor y reflexiones filosóficas" según el dibujante, e incluye una recopilación de historietas de Bardín publicadas en diversas revistas y periódicos desde 1997, junto con un tercio de "material nuevo creado para la ocasión".

El ingrediente básico de Bardín -personaje cabezudo siempre ataviado con traje azul- es que "habla de la realidad, pero de manera no realista", explica Max, quien añade que su obra "trata de temas que afectan a la gente corriente trasladados a escenarios inverosímiles y fantásticos".

El jurado ha valorado Bardín como una obra "gráficamente deslumbrante, con un guión original y repleta de referencias literarias, filosóficas y cinematográficas", y como un cómic que marca "un antes y un después en la historieta española", según informó el ministerio de Cultura en una nota de prensa.

Con guiños a los surrealistas Luis Buñuel o Salvador Dalí, y la influencia de dibujantes como Robert Crumb o Ever Meulen, Max ha forjado un reconocible estilo propio que se caracteriza "por buscar formas innovadoras y conceder igual importancia a la temática, el tratamiento gráfico y el desarrollo narrativo", según el autor. Max creció como dibujante en revistas como Matarratos, Star o El Víbora, en la que publicó historietas de sus personajes Gustavo y Peter Pank, parodia de la película de animación; inicios marcados por el irreverente espíritu del cómic underground norteamericano.

El historietista recuerda esa época como "un periodo necesario de rodaje y de aprendizaje", y lamenta que en la actualidad, "los autores jóvenes españoles se vean obligados a sacar 80 páginas por demanda de la editorial, casi sin experiencia previa".

En este sentido, Max opina que el cómic español pasa por "un buen momento de dinamismo creativo", aunque éste se ve frenado porque las editoriales, por falta de recursos económicos, "no producen obras propias".

"Para los editores es más fácil y barato comprar los derechos de autor de material foráneo que producir obras nuevas", ha explicado Max.

Así, aunque se habla de auge editorial del cómic en España, el cómic de historietistas nacionales "sigue en un segundo plano" -las cifras apuntan a un dominio aplastante del manga y el cómic norteamericano-, por lo que Max reclama "que se normalice la profesión de dibujante" para que los creadores "puedan vivir de su obra".