Las familias que cuentan con grandes fortunas consideran una "mala idea" dejar a sus hijos grandes sumas de dinero en herencia, según un estudio de Barclays Wealth, que añade que sólo una de cada diez fortunas llega a la tercera generación.

Según el informe, publicado ayer, los ricos prefieren que sus hijos sean capaces de conseguir su propio éxito y construir su propio legado y aquellos que han heredado su fortuna son a su vez menos proclives a dejar grandes sumas de dinero a su descendencia que aquellos que han hecho su riqueza. No obstante, el 56 por ciento de los españoles quiere asegurarse de que tiene suficiente dinero para dejarlo en herencia a la siguiente generación de su familia.

Además, los padres quieren que sus hijos compartan su prosperidad, pero necesitan educarlos y prepararlos para la responsabilidad emocional y financiera que conlleva una gran fortuna o un gran negocio familiar.

El estudio se basa en una encuesta a 790 personas ricas de una decena de países y examina cómo las grandes fortunas mantienen e incrementan su riqueza y su actitud ante el riesgo.

Entre otras conclusiones, destaca que los británicos y españoles son los menos dadas a correr riesgos para generar riqueza y que las familias españolas con grandes patrimonios consideran que haber recibido una buena educación fue la clave para generar la riqueza de la que disfrutan.

Los empresarios con más éxito están más dispuestos a correr riesgos financieros en sus negocios que en sus inversiones personales, según el informe, que añade que los grandes patrimonios arriesgan más durante la fase de creación de riqueza que cuando ésta se consolida.

El informe muestra que existen diferencias en la actitud hacia el riesgo entre los empresarios con nuevas fortunas y las familias que han ido pasando su riqueza a través de varias generaciones.

Así, la gente más acostumbrada a la riqueza entiende mejor los diferentes movimientos del mercado financiero, mientras que las nuevas fortunas prefieren invertir en productos que no están ligados a éstos.

La actitud ante el riesgo también varía entre los países desarrollados y en vías de desarrollo, de forma que en los primeros se confía menos en el riesgo para crear riqueza, que en los países con un menor desarrollo.