Es una producción tremendamente física, a juzgar por lo visto en el ensayo general, y en declaraciones en su camerino, Schrott así lo reconoció a EFE.

En esa versión de la italiana Francesca Zambello, Don Juan es un personaje de un egoísmo, una crueldad y un sadismo enormes, alguien capaz de cualquier cosa por satisfacer sus instintos.

"Es un personaje que no tiene paciencia para nada, que está como en una frenética marcha hacia su final. Normalmente lo interpreto con más calma. Es un Don Juan en cuarta velocidad", explica el cantante.

"Yo no estoy acostumbrado a ese tipo de Don Juan. Es un personaje que da asco. Normalmente lo interpreto de otra manera", reconoce Schrott, que encarna con sensualidad y energía poco comunes al famoso seductor.

Schrott dice que Leporello y Don Giovanni son incomparables: "Me divierte muchísimo hacer de Leporello y en producciones futuras quisiera volver a hacer ese personaje".

"Quiero divertirme un poquito, (Leporello) es un personaje que adoro y con quien me identifico plenamente, alguien que trabaja llueva o nieve, y yo empecé a trabajar con once años", señala.

"Con Leporello se puede además dormir tranquilo la noche anterior. Don Giovanni es un poco ingrato. Te obliga a tener la voz bien arriba y luego te pide pianos dulces como la seda", explica.

Schrott tiene además una manera especial de interpretar los recitativos que los hace especialmente atractivos aunque algunos le hayan criticado. "Lo importante es ver que el público se divierte.

Si los recititavos salen efervescentes, para mí es misión cumplida", señala Schrott.

El uruguayo, que asegura que siempre cantará a Mozart, "una escuela muy sana para la voz", y está pensando ya en "Guglielmo", de "Cosí fan tutte", tiene al mismo tiempo en cartera otros papeles como el de Mefistófeles en el "Fausto" de Gounod y quiere hacer "Los cuentos de Hoffmann", de Offenbach.

En el camerino, donde también la entrevista EFE mientras da cariñosamente su propia leche con un biberón a su hijo de tres meses, la soprano Ana María Martínez parece una persona totalmente distinta de la que uno ha visto momentos antes.

Con su escopeta en bandolera, como si fuera una guerrillera, la soprano es en el escenario de la Royal Opera House un torbellino de pasión y de energía vocal.

Pero ahora, en la paz del camerino, Martínez se confiesa "ultrafeliz" con la criatura con los ojos cerrados que tiene en brazos porque, explica, "desde pequeña siempre quise ser madre".

Sobre su papel en "Don Giovanni", Martínez se dice "encantada" con el personaje de Doña Elvira: "Está llena de amor y ternura y el único ser humano que quiere realmente a Don Juan. No está ciega, sabe perfectamente cómo es, pero le perdona y le quiere".

"Es el personaje más complejo e interesante de la ópera, con una trayectoria emocional enorme", explica la cantante, quien agrega que la directora de escena ha querido mostrar en su montaje la "solidaridad" entre las mujeres: Doña Elvira, Doña Ana, interpretada por Marina Poplavskaya, y Zerlina (Sarah Fox).

Don Juan es para ella un personaje tremendamente negativo, "que daña todo lo que toca. Cuando llega, por ejemplo, a la fiesta de Zerlina y Masetto, se acaba la alegría de los campesinos. Con él se apaga siempre la luz", explica Martínez.

Martínez dice que le gustan los personajes femeninos "apasionados", como el que interpreta aquí o el de Nedda, de "I Pagliacci", de Leoncavallo, que hará en el 2009 en Chicago (EEUU).

Pero al igual que le ocurre a Schrott, la soprano no piensa dejar a Mozart: "Me gustaría hacer Doña Anna, su música es tan preciosa".

"Vocalmente me queda muy bien Mozart. Es tan saludable. Me encanta cantarlo", afirma la soprano, para quien el compositor austríaco no sólo entendió como nadie la compleja naturaleza humana, sino que fue un musicalmente un adelantado a su época.

"Las escalas cromáticas del final de Don Giovanni con la aparición del Comendador me ponen siempre los pelos de punta", explica.