Diecinueve poemas, de ellos cuatro inéditos, integran la nueva entrega del ciclo Veu de poeta que sonará hoy con la voz de su autor, Francisco Brines, premio Nacional de Poesía y de las Letras Españolas, además del prestigioso Adonais que ganó en 1959 con Las brasas.

Del decir y del escribir habló ayer el académico: "Todo el arte se inició desde la música, la palabra y la pintura; levantar la palabra acompañada de la música que acompaña a ésta para darle significado. La poesía ha de tener un ritmo poético. Hay un principio de música. A mí me interesa oir decir al poeta su texto, aunque lea mal, como Pere Gimferrer, porque da idea de sus ensoñaciones, me presenta indicios en los poemas que al leerlo no había visto".

Su Ensayo de despedida -el mismo título elegido para esta voz de poeta auspiciada por la Fundació Área de Creació Acústica, presidida por Antoni Caimari- se inicia con el poema De las brasas, dedicado a Vicent Andrés Estellés: "Tiene voz de pueblo muy grande, como aquellos clásicos del siglo XV; él vivía en la calle del pueblo. Ha sido un buen amigo y creo que uno de los tres o cuatro mejores poetas de la lengua catalana del que existe un gran desconocimiento. Afortunadamente, con el tiempo se enmendó. En Estellés había no un sólo poeta, sino varios", expresó Brines.

Perteneciente a la Generación del 50, junto a Ángel González, José Agustín Goytisolo, José Ángel Valente, Jaime Gil de Biedma y Claudio Rodríguez, Brines enlaza los versos con calma. No depende de voluntades, siempre de ella, la poesía.

"Nunca la he forzado; ella entra por la puerta, y siempre está entornada: viene o se va. Necesito estar cargado de emoción, se me impone, origina la escritura. La sorpresa mía es la sorpresa del lector", confesó. A diferencia de otros poetas como Rodríguez o José Hierro, quien "veía el ritmo antes que la palabra", el autor de La última costa, confesó "estar vacante para que la poesía mande de mí".

Desde el pasado año es miembro de la Real Academia, y ocupa el sillón dejado por Buero Vallejo. Allí se "convive bien porque es un remanso de cortesía frente al mundo de choque que vivimos; quizá al salir sean diablos...!", ironizó.