La arqueóloga Elvira González lleva más de 25 años investigando los grafitos en edificios históricos de Balears, un patrimonio que al pasar desapercibido a la vista no se valora y, por tanto, acaba desapareciendo. "La lástima es que casi todos los casos de grafitos que ya no se encuentran han sido en edificios públicos como La Almudaina o la Lonja y, sin embargo, ejemplos de propiedad privada como la finca de Sa Torre en Llucmajor han sido respetados y cuidados por su actual propietario", indicó la arqueóloga.

Fruto de su estudio pormenorizado es el volumen Els vaixells en pedra, completado con el asesoramiento del técnico en náutica, Bernat Oliver. En él se analizan los más de tres mil dibujos incisos en piedra que en Balears tienen una característica común: en su mayoría corresponden a dibujos figurativos de embarcaciones.

"Se trata de dibujos anónimos hechos con un alarde en sus detalles increíble. En las islas sería normal encontrar este tipo de dibujos incisos pero también aparecen en lugares del interior tanto de la península como en Europa. Yo creo que el mar era contemplado como un vehículo muy importante de ilusión", señala González.

Su estudio es el mayor inventario razonado sobre esta suerte de expresión creativa de autores anónimos -cuando se trata de dibujos de carácter figurativo-, y con autoría cuando se habla de signos escritos en los que aparece el nombre y la fecha de cuando escribió sobre la piedra.

El estudio recoge un periodo cronológico que va desde el siglo XIV -los más antiguos- al siglo XVIII. Entre los grafitos con autoría destacan los descubiertos en el castell de Bellver, obra de los prisioneros en su mayor parte. Elvira González destaca, entre todos, los de la Lonja: "Son muy interesantes y abundantes, algo más de 250 del siglo XV. Hay que buscarlos porque, a diferencia de los graffitis contemporáneos, no se ven a simple vista".

Algunos pintados

Esa clandestinidad natural la da la técnica, la incisión, aunque existen algunos ejemplos de grafitos con color. "Rojos y negros porque son los pigmentos que se encontraban a manos en el campo; el rojo que teñía las ovejas, servía para pintar las paredes; y el negro era abundante al hacer carbón", apunta la arqueóloga. Existe un único ejemplo policromado: la embarcación que aparece en el campanario de la Catedral.

El volumen ha sido editado por la conselleria de Comerç, Indústria i Energia. Elvira González se muestra esperanzada de que sirva como herramienta útil a la salvaguarda de un rico y desconocido patrimonio: "En arqueología no sólo hay que mirar al suelo o al subsuelo, sino a las paredes, tan valiosos documentos llenos de datos de nuestra historia", recuerda.