"Tened por seguro que el hermanamiento con vosotros es algo que vestiremos con orgullo. Aguardamos vuestra visita en un futuro no muy lejano". Desde que William F. Vidal, presidente del aeroclub británico Lydd, escribiera estas palabras, ha pasado un año. Con ellas concluía una carta enviada a Miquel Buades, vicepresidente de la Fundación Aeronáutica Mallorquina (FAM), unos días después de que trece de sus avionetas regresaran a Inglaterra tras realizar una estancia en Mallorca donde se rubricó un acuerdo de hermandad entre las dos asociaciones. La Royal Air Force (RAF), otro aeroclub inglés, también participó y estampó su firma de compromiso fraternal.

Ayer, en el aeropuerto de Son Bonet, cuatro avionetas con matrícula mallorquina partió rumbo a Inglaterra para hacer buenos los anhelos de reencuentro suscritos por Vidal en su carta. Unas horas antes, otras tres habían hecho lo mismo. Por delante, cuatro días de viaje, un total 2.000 millas aéreas de ida y vuelta, que servirán, por encima de todo, para seguir estrechando, desde el aire, el mejor escenario posible, los lazos de amistad, compañerismo y ayuda mutua nacidos entre las tres asociaciones hace ahora un año.

Con puntualidad inglesa, como queriendo acostumbrarse de antemano a los modales de su país de destino, los miembros de la expedición isleña acudieron a su tempranera cita en el aeródromo palmesano. Equipaje ligero y muchas caras de ilusión (alguna conocida, como la del candidato a la alcaldía de Palma por Unió Mallorquina, Miquel Nadal) para afrontar el viaje más largo que los integrantes de la FAM han realizado nunca a bordo de sus pequeñas aeronaves. La menor del grupo, Maria, apunto de cumplir los diez meses, dormía.

"Son muy seguras, aguantan más de lo que parecen", aseguró Maria Pilar Buades, mientras daba los últimos retoques a su Cessna, una máquina no mucho más grande que un juguete de gran tamaño. "Ésta tiene piloto automático y radar para detectar tormentas", añadió orgullosa señalando su avioneta, un modelo con motor de cuatro tiempos, "como un coche o moto cualquiera", que funciona respaldado por la "gran capacidad" para planear que tienen estas ligeras aeronaves en caso de avería.

Para el primer día de viaje, una experiencia en tierra francesa con destino final en Saint-Malo -ciudad portuaria cercana al Canal de la Mancha-, el parte meteorológico anunciado era, a priori, bastante favorable. Excepto para la primera escala prevista, en Carcason, donde la cosa pintaba mal por momentos y donde algunos aviones de aeroclubes de Girona y Sabadell esperaban para unirse a la comitiva, el resto del camino hacia Anguleme, segunda parada de la jornada, y al destino final parecía despejado. "La meteorología es lo que más nos preocupa", comentó Buades hija. "No tanto la lluvia o el viento como la niebla", concretó. "Visto lo anunciado para hoy tal vez modifiquemos un poco la ruta sobre la marcha", acordaron entre todos.

Además del acento y la matrícula, algún distintivo mallorquín más voló ayer hacia Inglaterra. "Nos llevamos dos banderas y algunas botellas de Herbes Dolces para compartir con los ingleses", comentó la expedición, adelantando así su intención de hacer volar también la fraternidad y el buen ambiente desde el cielo hasta el mantel.

Hoy, segundo día de la travesía, la expedición debería entrar en tierras británicas. Mallorquines y catalanes tienen previsto abandonar Saint-Malo y dirigirse hacia la base militar de Henlow para encontrarse allí con los pilotos ingleses de los dos aeroclubes hermanados. Si todo va bien, mañana, todos juntos partirán hacia Lydd, destino final, y ya el domingo, vía Pamplona, las avionetas mallorquinas regresarán de nuevo a Son Bonet.