El pintor sevillano Luis Gordillo afirmó ayer que desde los comienzos de su carrera tuvo la sensación de que "la pintura tenía los pies de barro", y añadió que "esta sensación de inseguridad", que le ha acompañado toda su vida, al final "ha sido como una vacuna" que le ha ido fortaleciendo.

En su discurso tras recibir el VI Premio Velázquez de Artes Plásticas 2007 de manos del Rey, Gordillo repasó su trayectoria artística, desde el informalismo de los años sesenta y el pop art, hasta llegar a su obra abstracta, que, según destacó, es la que prefiere, "sobre todo la de los noventa y la de los últimos años". Luis Gordillo quiso "enviar un abrazo colectivo" a los artistas que le precedieron en este galardón, entre los que citó a Antoni Tàpies -"al que veneré en mis primeros años de pintor", dijo-, a Pablo Palazuelo -"con el que he mantenido una relación de amistad y de mutua admiración"- y a Antonio López -"hermano o compañero de camino"-.

Rodeado por las obras de la sala de Velázquez del Museo del Prado, Gordillo inició el recorrido por su obra vanguardista analizando "una encrucijada estética, un pequeño pellizco histórico en los años sesenta, donde apareció un primer estilo gordillo, resultado de una eclosión de elementos dispares. Con el tiempo me he ido convenciendo de que ese momento histórico y la energía creada por sus tensiones fueron los que pusieron los cimientos de mi trabajo", afirmó el pintor.

Luis Rodríguez Gordillo (Sevilla, 1934) recordó que su primer acercamiento a las vanguardias se produjo a través del informalismo, que representó para él "un rito de iniciación intenso, breve e indeciso".

"Casi todas las obras que hice en esa época -señaló-, cómo no, eran negras o grises", siguiendo la línea del informalismo español, que "era muy serio y muy crítico".