El programa de Ayuda Médica Internacional (AMI) es uno de los más antiguos que la Fundación Barceló sostiene en Centroamérica. Creado en 1998, ha beneficiado hasta la fecha a más de 450.000 pacientes en Nicaragua, en los municipios managüenses de San Rafael del Sur, Masachapas, El Crucero, Villa El Carmen y San Cayetano. Allí colabora con los paupérrimos centros de salud, amén de apoyar el funcionamiento de puestos sanitarios en zonas de difícil acceso (San Pablo, San Cristóbal, El Salto y Gutiérrez Norte). En esta misma región, en la costa del Pacífico, se enclava el Hotel Montelimar, único de la familia Barceló en Nicaragua, un vergel que sirve de base logística a los proyectos solidarios y da residencia a los médicos cooperantes.

Las difíciles condiciones de vida de los habitantes de localidades dedicadas al cultivo de la caña de azúcar saltan a la vista. La Fundación Barceló está concluyendo el proyecto de construcción de 1.600 letrinas para las infraviviendas que no disponen de los servicios más básicos. "Tratamos de erradicar las epidemias derivadas del fecalismo (deposiciones al aire libre), como el cólera y las diarreas infantiles. A la falta de conocimientos al manejar el agua siguen la malaria y el dengue, y a los malos hábitos alimentarios problemas como anemias y diabetes, que nos cuesta mucho diagnosticar por falta de medios", explica el director de centro de salud de Masachapa, César Augusto Mena, que atiende gratis a unas 200 personas al día. En ese flanco trabaja el analista español Gonzalo Barreiro, apoyado por la Fundación, que también donó una centrifugadora para el laboratorio y equipó un quirófano que pretende ser el de referencia en la región pese a carecer de anestesista.

Ojos que no ven

Desde que se jubiló, el infatigable doctor español José Luis Calvo divide su tiempo entre los países más pobres de Centroamérica. Este oftalmólogo acostumbrado a batallar con lo mínimo, atiende a una treintena de enfermos al día y en un trimestre llega a operar más de 200 casos sin asistencia y con anestesia local. Con el todo terreno y la ayuda de la Fundación Barceló, pasa visita en los puestos de salud, convencido de que "hay que acercar la asistencia a los pacientes, para que se acostumbren y confíen. Si fallas un día, no vuelven a venir". El año pasado intervino 30 cataratas que habían prácticamente cegado a quienes las sufrían, aunque los casos más abundantes se refieren a las pterigiones, unos quistes que aparecen en el ojo debido al polvo y la suciedad ambiental y que también restan visión.

El doctor Mena insiste en la importancia de ganarse la confianza de los usuarios para evitar prácticas tradicionales peligrosas. "Se acostumbra a purgar a los niños con diarrea; el año pasado murió uno. La prevención y la educación resultan básicas, así como la cercanía. Hace un par de años, la Fundación Barceló llevó una ginecóloga a las comarcas y el resultado fue extraordinario". En Masachapa se atienden de 15 a 20 partos de bajo riesgo al mes; los complicados se remiten a Managua, a hora y media en coche.

El vicepresidente de la Fundación, Gabriel Barceló, reconoce que las necesidades son muchas más que los medios. "Ya me han presentado 12 peticiones de ayuda urgente en los centros de esta zona, una para construir un hospital que tendrá prioridad porque hablamos de una región de 40.000 habitantes que no dispone de esta infraestructura. Pero para impulsarlo, necesitamos el compromiso firme del ministerio de Salud de mantenerlo en condiciones". Además de estas iniciativas, la entidad sostiene en Nicaragua otras en el ámbito de la educación (capacitación de profesores, laboratorio informático) y de los microcréditos, ayudando a crear pequeñas empresas agrícolas y ganaderas.